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lunes, 9 de noviembre de 2009

La última fiesta


Se habían reunido como siempre, sin alterar el gesto adusto y la gris parafernalia y con la firme convicción-ajenos por completo al vendaval de la historia que tenían ya en sus cogotes- de que el año siguiente, otro siete de octubre, sería igual, la misma fiesta con idénticas caras, iguales besos y parecidos abrazos. Allí estaban y posaban casi todos los habituales al son del Auferstanden aus Ruinen, como celosos guardianes de una ortodoxia que estaba a punto de quebrar: Honecker, duro e incorruptible anfitrión, Gorbachov, que sin querer destapó la caja de los truenos, Jaruzelski y sus gafas oscuras, Ceaucescu, ignorante todavía del negro destino que le esperaba, o el simpático Daniel Ortega, versión latina de la cosa. Y un mes después, sin tiempo para desmontar los fastos ni enrollar las alfombras, cayó el Muro y comenzó otra fiesta de la que hoy se cumplen veinte años y que provocó la caída de todo un sistema; y es que como bien cuenta Horacio Vázquez-Rial en su Revolución, el comunismo, un buen día y sin previo aviso, cerró. Cerró, como se cierra una tienda. Alguien hizo las cuentas, estimó los finiquitos y bajó la persiana. Y se acabó todo, incluida la épica.


4 comentarios:

goslum dijo...

Posiblemente, el mejor Muro de Protección oficial de la historia.

Reinhard dijo...

De Protección Antifascista, así lo bautizaron: querían evitar la entrada masiva de fascistas en el paraíso de la RDA.

tolerancio dijo...

Cuidadín que para allá que va ZP con ladrillos y cemento en la valija diplomática. A poco que se descuiden les levanta otro muro y pone a Rubalcaba de camarada director de la Stasi.

Reinhard dijo...

Zapo y su camarilla no tienen nivel ni tampoco formación para esa empresa.