Antaño el tórrido verano tenía su
canción, y así, quién no recuerda al desaparecido Georgie Dann con sus
chiringuitos y barbacoas cuando la gente vivía feliz sin la agonía del cambio climático. En esta ocasión, la música viene de la mano de las
elecciones generales y la posible alternativa a que el camarada Sánchez pacte
con los separatistas habituales y los nuevos, las huestes del tarado de
Waterloo. Gobierno de concentración entre los dos grandes partidos es un mantra
que ya exhibió Feijoy en la campaña electoral como alternativa a ¡pactar con
VOX!, como si los de Abascal fuesen un peligro para el sistema, que no lo son
en absoluto pese a que muchos ingenuamente así lo creyésemos al principio de los
tiempos.
A la fiesta de esta particular
democracia del consenso centrado se suman ahora algunos socialistas como Redondo, tipos tan previsibles como inútiles que ya no pintan
nada en ese partido, ignorando que el camarada Sánchez, agarrado a su manual de
supervivencia, va por libre y hará lo que le venga en gana con tal de mantener
el poder. El veterano Redondo vende el pacto afirmando que eso daría prestigio
en Europa a Sánchez y a Feijoy. Acabáramos, prestigio en la Europa de Macron,
lo nunca visto. La verdad es que, como señala Espinosa de los Monteros con su
fina ironía, bastaría con que Feijoy encontrase a diez justos en las
socialistas Sodoma y Gomorra. Se puede intentar, pero ya sabemos cómo acabaron
aquellas ciudades y cuántos justos había.