El tórrido verano siempre deja
estampas llamativas, por no decir directamente estupefacientes. Como si de una etapa del Tour de Francia se tratase,
jaleado por la afición, uno de los secuestradores de Ortega Lara regresa a su
pueblo tras la pertinente suelta ordenada por la autoridad judicial, el
licenciamiento según la jerga. ¿Hay alguna duda de la derrota de la ETA? Dicen
ahora que la fiscalía investigará la fiesta por si fuese constitutiva de un
delito de enaltecimiento del terrorismo, o de humillación a las víctimas, que
tanto da que da lo mismo, y ya está Marlaska al quite con su abanico.
Una cosa se echa de menos en la
noticia y sus ecos: nadie da una explicación al hecho nada baladí de que el reo no haya cumplido los treinta
años preceptivos, saliendo ocho antes de ese límite. Seguro que en su
expediente diría que el pronóstico de reinserción social era excelente: véase el recibimiento popular, que ahí sólo faltó su compadre Bolinaga. Ya está reinsertado, sin duda. Sobre eso versa la ley penal.