Le he dicho a Sánchez que cuando el independentismo le abandone que no
me busque. Pero le digo también que para luchar contra la violencia machista me
encontrará siempre. Así de claro y contundente y luciendo un lacito morado
se mostraba Feijoy en uno de esos actos en los que la militancia aplaude a
rabiar cualquier chorrada que suelte el número uno.
Soslayando que Feijoy se centre
en estas cosas con la que está cayendo, es llamativo que el líder del PP
todavía no haya comprendido que el centro centrado muy moderado, y no digamos
la derecha más tradicional, nunca arañará votos con la cuestión de la violencia
machista, un coto privado de la izquierda que lidera el camarada Sánchez y sus
socios más extremos. Sólo hay que ver el trato que reciben los populares cuando
les da por aparecer en esas concentraciones, más bien aquelarres, que se
organizan a cuenta de ese chiringuito multimillonario que es la mal llamada
violencia de género, aunque el gallego quiera chupar rueda y hable de violencia
machista. Las pocas luces de Feijoy sólo son superadas por la incompetencia y
desinformación de sus asesores: para todos ellos, para que aprendan la lección
y conozcan al enemigo, que no adversario, al que se enfrentan y de lo que de
ahí se puede rascar en lo que a votos se refiere, les recomendamos Religión
woke, el despertar del supremacismo identitario, de Enrique Rubio, un
estudio muy detallado sobre la religión izquierdista y todos sus tentáculos feministas. Más de quinientas páginas que se leen de un delicioso tirón. Si a
esos asesores les da pereza tanta lectura pedagógica, se la pueden repartir por
capítulos y después hacer una puesta en común. Es cuestión de voluntad para
evitar hacer el ridículo.