Un juez de Orense ha accedido a
que un menor de edad, ocho años cuenta en la actualidad, pueda cambiar de sexo,
de niña a niño, de mujer a hombre. Rectificación registral del sexo, se llama
la cosa. Parece ser que el ahora niño ya lucía el nombre de Alejandro desde que
tenía cinco años, así que Su Señoría, tras entrevistarse con el menor, ha autorizado ese cambio de sexo porque lo ve con la suficiente madurez para tomar
tan trascendental decisión. Eso, y que actúa siempre como un varón y que además saca
muy buenas notas, luego no es un viva la vida ni apunta maneras de nini.
Ha querido el destino que la
resolución judicial coincida en el tiempo con la aprobación por el consejo de ministros
del proyecto de Ley Trans, artefacto que dará momentos de gloria con su
aplicación práctica: véase algo tan básico como eso de compartir vestuarios en
gimnasios y piscinas, o la participación en competiciones deportivas, por no
hablar de idas y venidas en esto de cambiar de sexo, que no todos y todas y
todes van a ser tan maduros/as/es como el ahora niño de Orense.
A título anecdótico, diremos que
en su preceptivo informe el Consejo General del Poder Judicial señala que ese
proyecto de ley incurre en excesos y discrimina a las mujeres. Entiéndase, que
discrimina a las mujeres no transexuales, algo que también creen las asociaciones
feministas. En fin, nunca llueve a gusto de todos/as/es.