jueves, 31 de diciembre de 2015
lunes, 28 de diciembre de 2015
El día de los inocentes
Como si de una inocentada
se tratase, la prensa al completo lleva a sus portadas el esperpento
asambleario de ayer en Sabadell, donde cientos y cientos de
perroflautas anteriores a la caída del Muro se dieron cita para
decidir si investían como presidente a un burgués de toda la vida
que ha metido la tijera en el gasto social, ese dispendio que es seña
de identidad de todos los amantes de la socialdemocracia. Y como ocurre en esos circos donde crecen los enanos, la cosa dio mucho juego, tanto
que deberá repetirse el invento en otro momento, en otro lugar, pues
la cosa acabó en empate, técnico dicen los medios, aunque tétrico
es lo más adecuado.
Principió la cosa de
manera extraña en esa eucaristía laica y dominical a la que ya uno le va cogiendo hasta cariño, pues el
tradicional voto a mano alzada, o puño cerrado, para estos eventos
fue sustituido por uno secreto que parecía que podía favorecer, por
aquello de ocultar vergüenzas, a Mas y su alianza separatista:
misterio insondable que tuvo un efecto práctico muy beneficioso, el
de evitar miles de efluvios poco higiénicos en una muchedumbre poco
amante de la ducha. A parir de ahí, venga votar, ¡será por
democracia! hasta un empate final e infinito que por decoro debería haberse roto en una tanda de penaltis lanzados por el mismo número de hombres que mujeres.
Dicen que los pueblos
tienen el destino que merecen, en el caso del español, y el pueblo
catalán no deja ser una sucursal-quizá la más idiota-del mismo, es el de votar una y
otra vez para no alcanzar objetivo alguno. A los cuperos y su
delirio ultrademocrático y popular se suma el botarate Sánchez con
la amenaza de hacer que vote la militancia socialista su deseo de ser
presidente de España a cualquier precio, y hasta el siempre
hierático Aznar habla veladamente de unas primarias que enmienden su
error de haber optado por un petardo como Rajoy. Puestos a votar,
votemos también para decidir el elenco de tertulianos indocumentados que se
dedican a tiempo completo a las exégesis de este auténtico esperpento nacional. O
plurinacional.
sábado, 19 de diciembre de 2015
martes, 15 de diciembre de 2015
Ecos de una parodia
Como si de un combate de
pressing catch se tratase, y con un árbitro que se hundía en
un sopor estupefaciente, los candidatos de los todavía partidos
mayoritarios saltaron al cuadrilátero con sus mejores armas disponibles,
el discurso retórico y las promesas vacuas. Y no defraudaron. Sánchez atacó con la
corrupción-los mensajes de apoyo a Bárcenas-y Rajoy se zafó como
buenamente pudo, con indignación e invocando la presunción de
inocencia que ampara a cualquier hijo de vecino, que es buen recurso
penal pero nefasta táctica política. Ante los reproches del
socialista por los recortes en educación, y con su promesa estrella de alargar la
enseñanza obligatoria hasta la mayoría de edad, el presidente
respondió que en España todo el mundo puede estudiar lo que quiere,
hasta para torero, le faltó añadir, si bien los toros poco a poco
se van prohibiendo en toda España, lo que forzaría a los nuevos
diestros a emigrar a las Américas en busca del éxito.
Hubo algún momento de
coincidencia, como cuando ambos defendían la existencia de las
diputaciones, y qué menos se podía esperar del gallego, que inició
en uno de sus entes extraños una carrera que hasta hoy ha durado.
Ante la insistencia del moderador, que despertaba del letargo para
leer mensajes de periodistas, ventilaron la cuestión catalana en
escasos dos minutos, lo que una vez más habrá reforzado el lamento
de los separatistas, si es que no nos quieren, ay, nos ignoran y
por eso nos vamos. Frente a una posible reforma de la
Constitución, Rajoy dejó una de esas perlas imborrables: es un buen
texto y un gran acuerdo entre los españoles que nos ha dejado gran
prosperidad, tanta que ahora somos capaces de ¡construir la línea
de tren de alta velocidad entre La Meca y Medina! De ahí, era inevitable, se pasó a la
amenaza islamista, con un Sánchez que sacaba pecho afirmando que él sí se había reunido con la comunidad musulmana en España, pero sin dar
muchas pistas sobre lo hablado, silencio que solo puede interpretarse
como que la cosa no dio mucho de sí, vamos, que Pedro tampoco les
dijo, quizá por aquello de no ofender, que necesitaban una
renovación a lo Vaticano II.
Dicen los entendidos que
el candidato socialista, torpe y con malos modos, y el popular,
perezoso y con pocas ideas, acabaron por oficiar el entierro del
bipartidismo. Algo de eso habrá, porque tras el debate y en la
Sexta, García Ferreras montó su su particular tertulia con los
candidatos de los partidos emergentes, excluidos, pero también
beneficiados, de la parodia. Aunque bien mirado, tampoco es ninguna
novedad ni contraprogramación, pues Iglesias y Rivera viven en
ese plató desde hace tiempo, señal de que han venido para quedarse y
que el bipartidismo puede morir pero que la partitocracia seguirá
gozando de buena salud, ahora con más siglas. Al fin y al cabo, o eso nos han contado, así se hizo la Transición, entre muchos y muy diferentes.
domingo, 13 de diciembre de 2015
Garantía de rapidez
Es notorio que es España
un país en exceso garantista en materia de derechos, de tal suerte
que muchas veces el esperpento acaba envolviendo bajo su manto lo que
debería ser la cosa más seria y respetable del mundo. Dentro de la
legislación sobre extranjería existe el supuesto, muy habitual, de
la denegación de entrada en puesto fronterizos, generalmente
aeropuertos. El extranjero llega y algo falla, de tal manera que se
deniega su entrada en territorio nacional. Acto seguido, se activa el
mecanismo contemplado en la ley y, pese a que al extranjero frustrado
se le va a meter en el primer avión que salgo rumbo hacia el lugar
de donde procedía, entran en acción las garantías con las que el
legislador le obsequia, siendo
una de ellas la asistencia de un abogado de oficio, profesional que
puede formular un recurso contra esa denegación, si bien el mismo, y
por mucho que se corra, no paraliza la decisión gubernativa de
embarcar al extranjero en ese primer vuelo disponible. Lo que siempre
ocurre, y además con una eficacia sorprendente en un lugar donde la
chapuza es la norma general.
Es algo grotesco, sin
duda, pero comúnmente aceptado a lo que nadie da demasiada
importancia y que ya no se comenta de ninguna de las maneras por
ninguno de los actores de la comedia, para qué, pero el otro día me contaron una anécdota
que provoca la hilaridad. Abogado de oficio que citado a las cuatro
de la tarde para dar trámite a la asistencia al extranjero en la
comisaría del aeropuerto llama por teléfono para decir que quizá
se retrase un poco, apenas unos minutos. No me tarde usted mucho,
por favor, que el avión sale a las seis, y al intérprete lo tengo ya aquí como un clavo, le indica el policía
que lleva el caso. ¿Quién dice que la justicia es lenta? ¿Y que no
hay derecho? Como un cohete, oiga.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
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