El camarada Sánchez, siguiendo
por la senda venezolana y tras amnistiar-
vía Pumpido el de los desamparados-a los gerifaltes socialistas del caso de
los ERE, ha decidido meter en cintura a los medios de comunicación que no le
son adictos, y para ello no hace más que pronunciar la expresión fake news cada vez que toma la palabra y
siempre al compás de la investigación judicial sobre los negocios de su
cónyuge. Por si fuera poco, promete un chorro de dinero para digitalizar la prensa,
como si Internet acabase de llegar a España hace cuatro días, una añagaza para
favorecer a los medios afines, para darles aliento y motivación para que sigan
difamando con más saña si cabe al juez que investiga a su amada esposa.
En realidad, al camarada Sánchez
no aporta nada nuevo en el marco europeo en el que uno tiene la desgracia de
vivir. Alemania, a través de su ministerio del Interior, acaba de cerrar una
revista, Compact, porque servía a la extrema derecha difundiendo opiniones
antisemitas, racistas y favorables a teorías de la conspiración. Y qué es
conspiración, se pregunta el pueblo llano mientras cuadra cuentas para pagar impuestos.
Pues decir, que las vacunas del Covid son un timo y nocivas para la salud o que a Trump le robaron unas
elecciones y después han querido asesinar, o que Europa sufre una inmigración masiva que consagra el gran
reemplazo que unos desalmados idearon hace años. Lo que el camarada Sánchez definiría como fake news, ni más ni menos. Curiosamente, poco antes de la clausura
de esta revista la tía Ursula, la de la laca y también alemana, había dicho que
los partidos ultras son contrarios al espíritu de la Unión. Más claro…
Al final veremos al camarada
Sánchez tal que Hugo Chávez buscando las sedes de los medios díscolos, que no
son tantos, y diciendo aquello de ¡exprópiese!
Lo peor y más grotesco es que los expropiados, tan morigerados como acomplejados, buscarán amparo en el
Constitucional, y si no en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Acabáramos.