Decía Lafargue que al día
siguiente de la revolución habría que pensar en divertirse. Y eso es lo que han
hecho los rebeldes catalanes tras la falsa proclamación de una república que, como esos fetos inviables, ya
nació muerta. Se proclamó y todos se fueron
de fin de semana, empezando por Puigdemont, que tiró para su Gerona natal a
tomarse un aperitivo rodeado de devotos. Y como él, uno tras otro, todo el
resto de una camarilla que ni siquiera fue capaz de votar dando la cara, como
si el gobierno de la nación fuese a proceder contra ellos por algún tipo penal
de ésos que, como dice el Fiscal General, son muy complicados de probar. Acabáramos.
Los que no se tomaron fiesta y
siguieron al pie del cañón fueron las gentes de TV3, quienes sabiendo que el
Gobierno no los había intervenido continuaron con la fiesta de la república,
así que emitieron las palabras de Puigdemont mientras le seguían dando el
tratamiento de President, quizá
animados por las palabras de Méndez de Vigo, el locuaz portavoz de la cosa,
referentes a que el Gobierno vería con buenos ojos que el destituido se
presentase otra vez a las elecciones. Y luego nos cuentan que el 155 sirve para
reponer la legalidad en Cataluña, cuando lo que se busca es reponer lo mismo
que había, o algo muy parecido. Días de gloria y diversión se avecinan, y TV3 nos lo contará.