El amigo Fuga,
siempre atento a las novedades literarias de contenido político y
económico que aporten un poco de luz y, por qué no decirlo, alegría en este
valle de lágrimas, me recomendó hace unos días La neoinquisición,
del abogado chileno Axel Kaiser. Así que rápidamente lo compré y ya desde el primer momento comencé a degustarlo. La dedicatoria del libro es toda
una declaración de principios: A esos
herejes que jamás perdieron el coraje de servirse de su propia razón. Y de
eso va la cosa, de la herejía que supone hoy día dudar de los dogmas
establecidos por el puritanismo de la corrección política y rebelarse contra el
nuevo orden establecido por la izquierda y sus satélites mediáticos, auténticos
inquisidores del siglo XXI que llevan en su ADN la destrucción de Occidente.
Para ello cuentan con el apoyo, expreso o tácito, de sociedades lanares que
sólo esperan y desean que el Estado lo resuelva todo. Y ese Estado, en su
vocación de hundir y no resolver, se sustenta sobre la emocracia, o gobierno de las emociones, todo un desastre
patrocinado por oscuras élites socioeconómicas que no tienen otro
objetivo que la cacería de toda clase de brujas que quemar en la hoguera de esa nueva religión de
la corrección política y el estúpido igualitarismo.
Como muestra de ello, y mientras sigo leyendo un libro imprescindible para conocer y comprender el desastre que nos asola, dejó un extracto del primer capítulo, una carta de la Universidad de Yale dirigida a sus alumnos con unas cuantas recomendaciones, aunque mejor sería decir órdenes, para celebrar la fiesta de Halloween. Sin desperdicio.
Queridos estudiantes de Yale,
El fin de octubre se acerca rápidamente y, junto con las hojas caídas y las noches más frescas, llegan las celebraciones de Halloween en nuestro campus y en nuestra comunidad (…) Sin embargo, Halloween también es, lamentablemente, un momento en el que a veces se puede olvidar la consideración y sensibilidad normales de la mayoría de estudiantes de Yale y se pueden tomar algunas decisiones erróneas, como el uso de tocados de plumas, turbantes, usar “pintura de guerra” o modificar el tono del a piel o usar la cara negra o la cara roja (…) esperamos que las personas eviten activamente aquellas circunstancias que amenazan nuestro sentido de comunidad o que no respeten, alienen o ridiculicen a segmentos de nuestra población por motivos de raza, nacionalidad o creencia religiosa o expresión de género. Las elecciones culturalmente inconscientes o insensibles hechas por algunos miembros de nuestra comunidad en el pasado no sólo se han dirigido a un grupo cultural, sino que han impactado en las creencias religiosas, nativos americanos/indígenas, estratos socioeconómicos, asiáticos, hispanos/latinos, mujeres, musulmanes, etc. En muchos casos, el estudiante que usa el disfraz no tiene intención de ofender, pero sus acciones o faltas de previsión han enviado un mensaje mucho mayor que cualquier disculpas después del hecho…