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viernes, 8 de noviembre de 2024

Mal perder

 


José María Aznar no ha digerido muy bien la aplastante victoria de Trump, disgusto que lo coloca en el mismo bando de la izquierda patria y lo emparenta con sujetos tan abyectos como el Chef José Andrés entre otros cenizos que llevan el mal fario español por doquier. Algo pasa cuando el que intentó un golpe de Estado es elegido presidente, sentencia José María. Dejando a un lado ese alineamiento de la derechita española con la dictadura progresista que devora a Occidente, lo primero que pasa es que a veces la gente vota-especialmente en una democracia representativa como la americana-según su libre albedrío y no siguiendo indicaciones de unas élites extractivas que tratan al votante como un retrasado mental. Lo segundo que ocurre es que no está tan claro que Trump intentase un golde de Estado, pese a que le habían robado las elecciones con nocturnidad y alevosía.

En cualquier caso, de golpes de esa naturaleza sabe mucho el muñidor de FAES, no en vano le dieron uno delante de sus morros con la matanza del 11-M, y lo peor es que, según daba a entender él mismo ante la pertinente comisión parlamentaria, tenía información sobre la verdadera autoría del atentado. Pero prefirió callar y mirar para otro lado, más o menos como el juez Gómez Bermúdez, quien tras redactar una sentencia infumable sobre ese dramático episodio iba diciendo por ahí que España no estaba preparada para saber la verdad sobre el caso. Serán estos silencios el patriotismo constitucional que acuñó Aznar en sus años de gobierno mientras reivindicaba-ahí es nada-la figura de Manuel Azaña, como Cuca Gamarra, otra mercancía averiada de la misma tendencia, loaba hace cuatro días la figura de Kamala Harris.

En fin, con Ánsar, que ya apuntaba maneras cuando sonreía en aquella fotografía de las Azores, se cumple el principio de Hanlon: nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez.


miércoles, 6 de noviembre de 2024

Libelos

 


El Inmundo, aunque ya no esté bajo la batuta de Pedro Zola Ramírez, sigue fiel a sus principios progresistas y políticamente correctos, que para eso tiene un elenco de colaboradores que, como decía el coronel Trautman en Acorralado, hacen vomitar a una cabra. Esta portada recuerda mucho a aquella otra de Lo País tras la hecatombe del 11-S, el mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush. Autoritarismo global, manda narices, como si la porquería que viene de Bruselas fuese un prodigio de democracia liberal. Mal día y malos tiempos, en fin, para la peste woke que nos devora. A todos sus apósteles y epígonos, especialmente a los americanos, siempre les quedará el fentanilo.


viernes, 25 de octubre de 2024

Cancelado

 


Íñigo Errejón, aquél del núcleo irradiador y niño bien de Pozuelo, amén de defensor a ultranza de toda clase de dictaduras comunistas, ha sido cancelado. Bueno, quizá sea más correcto decir que se ha autocancelado ante la que se le viene encima. Parece ser, consejos vendo que para mí no tengo, que el muchacho acosó a unas cuantas mujeres, mientras que a otras, las que ya habían caído en sus redes, las sometió a prácticas sexuales poco ortodoxas.

En una infumable carta de despedida el tipo justifica su retirada echando la culpa al neoliberalismo y a un patriarcado-átenme esa mosca por el rabo-del que no ha sabido sacudirse, como si los marxistas de verdad no estuviesen a acostumbrados a cabalgar contradicciones, que ahí está el camarada Iglesias con el casoplón de Galapagar. Flaqueza de espíritu, de ahí que en la carta ya confiese que recibe tratamiento-acompañamiento dice con pedantería-, que a buen seguro será de corte freudiano.

La historia arrancó en la redes sociales con una delación, qué sería del comunismo sin un chivatazo, de una activista mediática que está en esa misma órbita política, para luego ser aireada por un diario digital que hasta hace bien poco consideraba al cancelado como un faro intelectual. Como colofón, la camarada Yolanda Díaz asevera que Errejón dimite como resultado de la investigación interna de Sumar. Vamos, que al dimisionario le han hecho una autocrítica. Glorioso.