Desde hace un tiempo son muchas
las personas, casi siempre preñadas de buenas intenciones, que frente al
vendaval separatista se definen como constitucionalistas, arrancando el concepto en aquel País Vasco de los años de plomo del terrorismo etarra. Siempre me he preguntado si son conscientes del verdadero alcance de esa definición, si quizá, en su
buena fe, no alcanzan a captar que probablemente es en esa Constitución tan
querida por ellos donde reside el mal que se pretende combatir, que principalmente es el separatismo.
Viene esto a cuento por una interesante entrevista con la profesora Elvira Roca Barea. En ella, la siempre
lúcida ensayista pone el dedo en la llaga y cuestiona seriamente el Estado
autonómico. Pero lo más importante es que también cuestiona seriamente el origen
de esa organización territorial del Estado, que no es otro que la propia Constitución.
Una norma máxima que ya en su Disposición Adicional Primera afirma que se
reconocen y respetan los derechos históricos de los territorios forales está sembrando
la discordia y la desigualdad desde el principio. Tampoco se establece un
cierre competencial claro que diga qué corresponde al Estado y a las
autonomías. Tampoco fija la Constitución un mecanismo para que el Estado
recupere competencias ya cedidas a esos gobiernos autónomos, como la educación,
una materia sensible, y que el nacionalismo usa para adoctrinar y manipular
desde la más tierna infancia, que esos llamados constitucionalistas claman por
sacar de las garras de los que sólo aspiran a romper España. Deberían explicar, y sería mucho de
agradecer, cómo se consigue eso y dónde se detalla el procedimiento.
Visto lo visto, y sabiendo el
origen de muchos de los males que nos azotan, y que sin remedio y por desgracia nos seguirán
azotando, serían conveniente que ésos que así mismos se llaman constitucionalistas
leyesen bien la Constitución. Tras ello, quizá algunos, o bastantes, se
definirían de otra manera más acorde con sus íntimas convicciones. Patriotas,
centralistas, unionistas, jacobinos…son términos que suenan muy bien y encajan mejor en
su credo político y que no hacen caer en contradicciones. Es sólo cuestión de empezar.