Si hay algo digno de elogio en el
tabarrón catalán, más allá de la actuación del juez instructor y del llorado
Fiscal General Maza, es el papel jugado por VOX como acusación popular. No hay más
que recordar, lo más reciente, cómo instó a la Sala del Tribunal Supremo a mantener la prisión incondicional
para el presunto enfermo Forn cuando la propia fiscalía, siguiendo instrucciones
del Gobierno, pretendía su puesta en libertad: la ausencia de una acción
popular en ese trance hubiese supuesto, en virtud del principio acusatorio que impera
en el proceso penal, la inmediata puesta en libertad del golpista.
Reconforta, pues, la buena salud
de una figura procesal que tiene muchos detractores-el inefable tertuliano
Marhuenda el más beligerante de esa banda-entre todos aquellos que no han entendido
muy bien que por mandato constitucional la justicia emana del pueblo, y qué hay
más popular que unos ciudadanos que, desconfiando siempre del poder político
que todo lo ensucia, se organizan para instar la acción de la justicia. Defender
lo contrario, pretender la eliminación de esta figura, es entender la justicia como una tertulia política. Nada más.