Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el Debate sobre el estado del Estado-aquí no hay Nación que valga por mucho que se empeñe el amanerado Marhuenda-ha pasado sin pena ni gloria y dentro del más absoluto aburrimiento: Mariano repasó sus logros y demostró que fomentando el Bienestar del Estado-más impuestos, más tasas, más contribuciones-supera a Rubalcaba en socialismo y hace buena la dedicatoria de Hayek en Camino de servidumbre, de ahí que la bancada popular aplaudiese a la búlgara los logros que glosaba el camarada secretario general. Para los separatistas catalanes, el consabido mensaje de cariño-no os vayáis, os queremos-y una declaración de ausencia de principios, la consulta no sería legal pero no sabemos cómo pararla, indefinición rajoyesca que obligaba a Duran Lleida a tirarse de unos pelos que ya no tiene. Las víctimas del terrorismo tuvieron la misma atención, o menos, que los negros que asaltan nuestras fronteras para verificar el fin de la crisis y lo real del sueño español, el vacío, algo que viniendo del Presidente puede significar un halago, y los parados tuvieron su minuto de gloria, si bien todavía no son conscientes de ello.
En cuanto a la esperada reforma fiscal, que si fuere auténtica supondría ajustar cuentas con un pasado de promesas incumplidas, nada que se traduzca en una bajada de impuestos general y significativa: el IVA de las chuches seguirá por las nubes. De algodón.