Dos veteranos agentes, uno de la
Guardia Civil y otro del Cuerpo Nacional de Policía, han publicado un libro con
un título expresivo, Don´t fuck the police.
De manera contundente y sin paños calientes ponen al descubierto las muchas
carencias del sistema policial español, una maquinaria anclada en el pasado que
no puede responder a los problemas que plantean las nuevas formas de
delincuencia y crimen organizado. Un modelo que no protege al ciudadano sino al poder, con altos
mandos que sólo buscan complacer al ministro de turno-medallas y condecoraciones
como premio-y que expedientan a los agentes que ponen el dedo en la llaga
cuando denuncian, por ejemplo, la indiscutible relación entre inmigración
ilegal y delincuencia. Mención especial se lleva, cómo no, la infame ciudad de Barcelona, paraíso de todos aquellos que de una forma u otra violentan la ley.
Como muestra, un botón: un día
cualquiera, un lunes, los agentes son obligados a recibir un curso de igualdad
en el que se habla del empoderamiento-palabra de moda-femenino; luego, un
martes, esos mismos agentes reciben clases de trato con colectivos extranjeros
en las que se les indica que cuando necesiten algo de una mujer musulmana, se
dirijan a su marido o a su acompañante masculino. O sea, progresismo hasta
cierto punto, que son sus costumbres y hay que respetarlas.
Lo dicho, un estudio exhaustivo
que no tiene desperdicio. Como dicen los autores…¿Ahora te echas las manos a la cabeza y te preguntas dónde está la
policía? La policía está donde tú la has puesto cada vez que ibas a votar en
unas elecciones.