Tras aplicar Rajoy el 155, al ministro
Zoido le faltó tiempo para hacerse la fotografía con el sustituto del cesado
Trapero, un tal López del que sólo sabíamos que llevaba la maleta a su jefe
cuando éste iba a declarar a la Audiencia Nacional. Desde entonces hasta ahora pocos
indicios había de que la policía autonómica estuviese intervenida o algo
parecido: más bien todo lo contrario, aunque en realidad el artículo de marras no ha intervenido nada que sea relevante. Ayer, para acabar con las suspicacias,
unos agentes de ese cuerpo procedieron a la detención del hombre más buscado
cuando intentaba entrar en el parlamento catalán para ser investido presidente.
Resplandece así, una vez más, la máxima rajoyesca del cumplimiento de la ley.
miércoles, 31 de enero de 2018
lunes, 29 de enero de 2018
El tuerto
A esta particular historia de la
infamia que es el prusés le quedan
todavía unas cuantas guindas que poner, perlas que van cayendo como fruta madura en el cesto de lo absurdo. Por si
el último episodio vivido recientemente en el Tribunal Constitucional no hubiese
sido suficiente, viene ahora el intrépido y deportivo ministro Méndez de Vigo y pide perdón
por las cargas policiales del 1 de octubre. Aunque matiza la humillación y dice
que herido, lo que se dice herido, sólo hubo uno, aquel que quedó tuerto tras
el impacto de una pelota de goma. Con este ministro se cumple la primera parte
de la célebre sentencia de Quevedo, la que nos dice que todos los que parecen
estúpidos lo son. Y también otra muy popular, la que asegura que en el país de
los ciegos el tuerto es el rey. Por eso Méndez es ministro. Y por eso condena
el pelotazo.
viernes, 26 de enero de 2018
Un cuento
Era ayer cuando Televisión
Española anunciaba a bombo y platillo que arrancaba la enésima temporada de la
serie Cuéntame. El cuento de nunca acabar-que tuvo su buen momento al principio,
aunque en algunos aspectos se ofrecía una imagen distorsionada de la sociedad española, la real, durante el franquismo-va ya por finales de los años
ochenta. A este paso, y si los guionistas les meten un arreón y los actores
gozan de buena salud, dentro de no mucho tiempo nos podemos plantar en el momento
actual, cuando Antonio y Merche van desfilando por los juzgados con sus
entramados societarios para defraudar-presunción iuris tantum-al fisco.
La cosa tiene su gracia, y resulta
tan entrañable como Cuéntame y su costumbrismo patrio, ya que ese mastodonte conocido como ente público se alimenta del presupuesto del Estado, o de todos los
españoles, o mejor contribuyentes, para no ofender, según esa retórica tan
propia de Hacienda cuando lanza sus campañas de la Declaración de la Renta. La
broma, pues, se traduce en que el espectador, y también el que no lo es, paga
la serie dos veces, una cuando es coaccionado para abonar sus impuestos y otra cuando Antonio y
Merche los evaden, presuntamente. Como resulta evidente, todo un cuento.
miércoles, 24 de enero de 2018
La épica del burócrata
Hay que dar la batalla barrio a barrio, casa a casa y a todas las horas
del día todos los días de la semana.
Dicho así, en esos términos tan belicosos,
parece que el presidente del gobierno y del Partido Popular plantea la tarea
por recuperar el terreno perdido como si fuese la célebre y sangrienta batalla
de Stalingrado. Pero no es más que una declaración de guerra política contra
Ciudadanos, enemigo a batir tras el desastre de Cataluña, soltada en una de
esas reuniones que se montan los sábados por la mañana ante los futuros cuadros
dirigentes del partido, todos muy jóvenes y sobradamente preparados para
aplaudir a rabiar las boutades del
líder máximo.
Cuando se pergeñaba la suelta del
carcelero Bolinaga, una infamia en la que el gobierno echó el resto, el
presidente se conformó con decir que veía muy flaco al todavía preso. La misma
indolencia mostró cuando fue requerido por el fallo de Estrasburgo que tumbaba
la doctrina Parot: parece que llueve,
se limitó a decir mientas se metía en el coche oficial. ¿Y qué era el 155
cuando muchos lo exigían y él lo ignoraba? Una cosa muy complicada. Pero que en
todo caso ya iría la fiel infantería de jueces, fiscales y policías a parar lo
que fuese. Hasta Maza y Romero de Tejada se quedaron en el camino.
Ahora, acorralado por las
encuestas, el hombre se lanza por la pendiente de la épica y propone una lucha
sin cuartel para guerrear contra el único enemigo al que otorga tal condición,
pues la izquierda y los nacionalistas son adversarios con los que siempre hay
que consensuar alguna cosa. Lo malo para él es que a estas alturas de la
película, y dados sus antecedentes, tamaña exaltación de la batalla viniendo de
un burócrata sólo puede provocar entre sus anónimos soldados un contundente Mariano,
vísteme despacio que tengo prisa.
lunes, 22 de enero de 2018
El imperio del mal
Si hay una combinación explosiva
en este país es aquella compuesta, a partes más o menos iguales, por el
progresismo y la organización territorial del Estado, siendo el primero el hilo
conductor y la segunda el brazo ejecutor. Si finalmente sale adelante este anteproyecto de ley, y nada parece indicar lo contrario, los súbditos-en el
tinglado autonómico no existen los ciudadanos-de Baleares no sólo vivirán
situaciones surrealistas sino que además deberán cambiar muchos de sus hábitos
de vida.
La-siempre mal entendida-ecología
da una vuelta de tuerca en su lucha contra las personas decentes y lo
empresarios y decide eliminar una serie de productos hasta ahora
indispensables. Fuera cuchillas de afeitar, y que todos lleven barba, ni hablar
de bastoncillos para los oídos, ni de mecheros (más guerra contra el tabaco) ni
cartuchos para impresoras, ni cápsulas de café, que quita el sueño y hace que
el personal desvelado pueda pensar en lo penoso de su existencia. Tampoco habrá
platos, vasos, cubiertos de plástico, lo que será el final traumático de los
cumpleaños infantiles y los aperitivos en las empresas. Y los bares, si todavía
subsisten, deberán dar agua del grifo gratis a todo aquel que la demande, pues
las botellas de plástico serán historia.
Obviamente, y aquí reside el
espíritu de la norma, lo más interesante para el legislador balear es la parte
final, aquella que regula el régimen sancionador, con multas astronómicas para
todo el que pretenda ir por libre y resistir al imperio del reciclaje, una de
las pestes del siglo XXI. Y es que al final, y volviendo al principio, se
trataba de eso, de acercar la administración al ciudadano: pero para prohibir y multar,
nada más.
sábado, 20 de enero de 2018
Una vieja identidad
Ni la raza, ni la cultura, ni la
lengua…sino el bienestar social: he ahí el nuevo eje sobre el que la vicepresidenta Oltra quiere vertebrar el patriotismo que defina la identidad valenciana. ¿Qué
rasgo puede definir a ese pueblo elegido, y hacerlo visible a los ojos del resto
del Estado invertebrado? No será la paella, ni tampoco las Fallas, menos la
pirotecnia, que suena a belicosidad fascista, sino el cumplimiento fiel de los
derechos sociales. No se olvide que hace bien poco ese mismo gobierno aprobó
una renta universal para extranjeros, con o sin papeles, lo que era una
avanzadilla de esta declaración de principios que, como es costumbre por aquí y
por allí, se proveerá con esa munición tan típicamente española cual es la
pólvora del rey.
Porque resulta muy fácil adivinar
que un patriotismo de esa naturaleza sólo se puede sustentar sobre una política
fiscal más agresiva de lo habitual, la que soportan unas clases medias devastadas por la sangría
de todo tipo de tributos, tasas y martingalas parecidas que la clase política
impone a golpe de decreto. Sobra decir que para que ese patriotismo amparado en
el bienestar social triunfe deberá precisar de muchos funcionarios que lo
apliquen, por no hablar de los cargos públicos de corte político que pergeñarán
la barroca normativa que hará que gozosas e inhiestas desfilen las banderas de la nueva
patria social. Lo que desconoce Oltra, además de que el Estado del bienestar es
siempre el bienestar del Estado, es que su nuevo proyecto de identidad
valenciana es la identidad española de toda una vida, la de las élites
extractivas, la suya propia. Qué novedad.
jueves, 18 de enero de 2018
El gatopardo
Comparece el presidente del
gobierno, que también, y todavía, lo es de Cataluña, y lanza las líneas maestras
de la agenda del ejecutivo en los próximos meses. Entre ellas destaca la difusión
del español, así sin más, indefinición-pese a que habla de idioma de la
comunicación, ciencia y tecnología-que deja a las claras que el hombre, pese a
las nefastas encuestas sobre intención de voto, sigue fiel a esa línea anodina
que marca su trayectoria desde que cambió el registro de la propiedad por la
política. Ante esa vacua grandiosidad al respecto, uno se pregunta en qué
consistirá esa difusión, llegando a la conclusión de que la cosa no irá por
sembrar el descontento entre los nacionalistas, erradicando la inmersión
lingüística allí donde ésta causa estragos, o evitando que muchos funcionarios
deban abandonar esas regiones en las que la mal llamada lengua propia es
requisito y no mérito para ejercer. Avanzamos por la senda de las reformas, como dice el
presidente, pero todo permanece inmutable. Gatopardismo
puro y duro, y sin rubor.
martes, 16 de enero de 2018
viernes, 12 de enero de 2018
Un fusilamiento
Seguimos con lo de ayer, las
penas a aplicar y el concepto que de ellas tienen el vulgo y el legislador, partiendo
de la premisa irrefutable de que el segundo siempre ignora al primero. Hete
aquí que un alcalde, pueblo en estado puro, en este caso de Izquierda Unida, afirma
que le gustaría ver a gente fusilada. Viene la cosa a cuento de una trifulca entre vecinos, mitad nacionales y mitad rumanos. Aunque si se mira bien, y
teniendo en cuenta la adscripción política del alcalde, nada extraños resultan esos
deseos en alguien que milita o ha militado-presunción iuris tantum-en el comunismo, la ideología que más gente ha
fusilado en la historia de la humanidad. Queda la duda si fusilaría a los
rumanos, a los nacionales, o quizá a todos por igual, que la cabra tira al
monte sin distingos. Parafraseando a Rajoy, otro icono de la sabiduría popular, es el vecino
el que elige al alcalde y es el alcalde el que fusila a los vecinos.
miércoles, 10 de enero de 2018
La falsa permanente
Como suele suceder, sólo se
acuerda el personal de Santa Bárbara cuando truena. Decíamos ayer que tras la
resolución del crimen de Diana Quer volvía el debate sobre las penas a aplicar
ante determinados crímenes, con esa prisión permanente revisable siempre en
entredicho desde su aprobación: es el precio a pagar por un sistema penal donde
el centro de gravedad está en el delincuente y no en la víctima. Sarna con
gusto no pica, reza la sabiduría popular a modo de consuelo. Odia el delito…canta el jurisconsulto que chapotea en la ciénaga de los políticos en busca de gozosas prebendas.
Bien está que desde un diario se defienda una medida que no es ningún despropósito y tampoco ninguna novedad-que
inventen ellos-en nuestro entorno, pero tampoco se debe caer en aquella máxima
de que la realidad no debe estropear un buen titular: si es revisable, también es justa y constitucional. Cierto, como
señala el editorial. Pero así redactado parece que si la prisión permanente no
fuese revisable sería inconstitucional. Y no. Una prisión permanente no
revisable, la cadena perpetua tan literaria y cinematográfica, tiene perfecto
encaje en la ley máxima, que sólo dice que las penas de prisión estarán
orientadas hacia la reeducación y reinserción social. Sobra decir que si esa reinserción
no es posible, y hay pronósticos en ese sentido muy fáciles de establecer, las
penas dejan de tener esa hipotética finalidad y pasan a ser una retribución
pura y dura. Y si no, que se pregunte al pueblo, del que nadie, jamás, se
compadece.
martes, 9 de enero de 2018
Obituario
Aseguran algunos, con aire de
sentencia, que con el cierre de Interviú se liquida definitivamente la
Transición: parece exagerado, y no porque la frase se haya dicho ya muchas
veces, y siempre en momentos aparentemente históricos, sino porque si atendemos al
panorama político actual, con su Estado de partidos en su instante más gozoso,
parece que la Transición es eterna, por lo que siempre estamos transitando
hacia ninguna parte. En cualquier caso, el fin de la revista, decadente al
máximo en los últimos años, trae consigo algo de absurda melancolía, de suspiro
lánguido por aquello que tanto escandalizaba y que ahora resulta hasta tierno.
Pero tuvo su momento, ante lo que surge inevitable la pregunta: ¿qué venden
ahora los kioskos?
viernes, 5 de enero de 2018
La doctrina cacerola
¿Qué pesa más, la libertad de
expresión, ya sea haciendo sonar
cacerolas, o la libertad de culto religioso, ya sea la de un credo poco
tolerante con la diversidad? Para el alcalde de Barcelona no hay duda: la
libertad de culto, y sólo si se trata de una mezquita, no tiene límites,
mientras que la libertad de expresión tiene el límite de la contaminación
acústica. Ante ello el vulgo se pregunta: ¿y las caceroladas para pedir la
libertad de los rebeldes separatistas? ¿Eran acaso amenazados con multas los
promotores y ejecutores de esas protestas? La respuesta del alcalde Barcelona,
absolutamente discriminadora en el trato a las dos formas de queja, se ampara
en la doctrina constitucional sobre la igualdad ante la ley reconocida en la magna
carta: hay que tratar igual lo igual y desigual lo desigual. Lo mismo que
escribió Orwell sobre aquella granja y sus simpáticos y locuaces animales.
A los contumaces en sus
caceroladas contra la mezquita, y que sean multados, siempre les quedará un
último cartucho, el de recurrir la sanción por estar redactada la advertencia
sólo en catalán. Pero eso ya es ponerse en manos de ropones e invocar-mirando a
Pamplona-ese archiconocido pleitos tengas
y los ganes que en la mayoría de los casos arroja un saldo negativo, sobre todo en la cuestión
lingüística, un terreno donde unos siempre son más iguales que otros.
jueves, 4 de enero de 2018
Operación Cataluña
Parece ser que María Soraya Vice, la de Blanquerna, ha decidido rematar la Operación Cataluña, también conocida como Operación
Diálogo, apostando por un Junqueras presidente de la Generalidad. Dicen también
los turiferarios del Régimen que ello obedece a que se considera al susodicho
como el mal menor, ya que el mal mayor, el absoluto, no es Fuigdemont, el holograma, sino Ciudadanos, máximo responsable del
desastre popular en el Ostfront. Ello
implicaría la puesta en libertad provisional de Junqueras y un proceso judicial
contra los rebeldes lo más dilatado posible en el tiempo: lo primero no es
problema, que para eso está el ropón Llarena-un experto en hacer pasillos-al
frente de la causa, y lo segundo es consustancial a la justicia española, que
es tan lenta como torpe.
Es un escenario perfectamente
posible, nada obsceno si tenemos en cuenta los antecedentes de los
intervinientes, y que podría contener, al menos temporalmente, el
independentismo en Tractoria. Aunque el precio sería desbocarlo en Tabarnia,
una contingencia para la que la Vice de Blanquerna, especialista en desvestir un santo para
vestir otro, seguro que está preparada.
martes, 2 de enero de 2018
Odia el delito
Principia el año con la resolución
del caso Diana Quer y bien podemos decir que la reacción mayoritaria, más allá
de la repulsa que como buenamente puede expresa el pueblo llano, ha sido la esperada: otro crimen machista, sin más. De poco sirve apelar a la siempre desacreditada
frenología y decir que la cara del presunto criminal es ya toda una declaración
de principios y que un sujeto así mata a cualquiera que se le ponga por delante,
sea hombre, mujer o travestido. Es la herencia del franquismo que, como casi
siempre en materia de sucesiones, se transmite de padres a hijos. Y punto.
Entre estas reacciones, sin
respetar las fechas navideñas, es la de un presidente autonómico la que más
llama la atención, pues el tipo dice que
a las mujeres las matamos los hombres por haber nacido mujeres. Esta suerte
de autoinculpación de cara a la galería y que no resiste el más mínimo análisis
sólo puede interpretarse como una boutade
al rebufo del nuevo pacto contra la violencia de género
que se avecina, otra de las hazañas de las élites extractivas de este país
y que algo de dinero dejará en las arcas autonómicas de los Vara y compañía. ¿Y
la prisión permanente revisable? Franquismo puro y duro.
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