
Disfrútelas el que pueda y siempre que el bolsillo lo permita, que llega el escopetazo de salida y no es cuestión de perder el tiempo. Por mucho que algunos se empeñen en hacer tabla rasa a golpe de decreto, es este un país adosado a su tradición: comuniones en mayo y vacaciones en agosto. España entera es una estampida que deja en ridículo a la crisis y a los peores indicadores aunque sea a costa de gorrear en casa de la suegra, porque esto, como el fútbol y el toreo, no es nada más que un estado anímico que trasciende a los números rojos y expedientes de regulación de empleo, embargos y jubilaciones desastrosas. En la huida hacia la playa más cercana y montaña más verde y empinada, aunque pinten bastos y falten brotes verdes de alegría, hay mucho del carácter patrio, quijotesco hasta la médula cuando se trata de tirar por la ventana la casa varias veces hipotecada. Pero habrá que vivir, y sobre todo desinhibirse, no sea que los cenizos internacionales, esos que tanto nos quieren, eliminen la escapada del año que viene. Música y a bailar.