Tras conocerse el pacto entre
Sánchez e Iglesias para formar un gobierno de progreso, igualdad y libertad, la
diputada del partido Popular, Álvarez de Toledo, dijo que lo que España
necesita es un gobierno de concentración constitucional. No de concentración
nacional, menos de salvación de la misma naturaleza: de concentración
constitucional. Es la primera vez que se utiliza esa expresión, aunque también
es cierto que nunca hemos estado tan mal y siempre hay alguien que inventa. ¿O
sí hemos estado tan mal? Da igual, todo es opinable y empeorable. Pero hay que volver a lo
tantas veces comentado: es la Constitución la que hasta aquí nos ha traído,
luego es ridículo invocarla una y otra vez como remedio de algo. Ella es el
problema, no la solución.
Acudiendo a lo importante, que es lo
que duele a Cayetana, si es verdad que al final un comunista es vicepresidente
del gobierno bien podremos decir que se ha cerrado la Transición, o que ese
maravilloso período ha tenido un digno colofón. ¿No se canonizó a Santiago
Carrillo nada más entrar en España con su peluca y sus cadáveres? Pelillos a la
mar, se dijo entonces para encarrilar un régimen que se ha revelado como
absolutamente incompetente y perverso. Que ahora Iglesias y los suyos pisen
moqueta y manejen presupuestos, con la inestimable colaboración de los
separatistas y sus históricos derechos, tiene mucho de justicia poética. Y
concentrada.
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