Quizá víctima de aquello que Freud bautizó como acto fallido, Carlos Floriano, una auténtica mina para todos los que buscan algo de risa en este valle de lágrimas, afirma que el Partido Popular no puede echar al ex marido de Ana Mato porque es funcionario...del propio partido. Así, Floriano, con su lapsus, revela públicamente un deseo inconsciente que por desgracia se aproxima demasiado la realidad: que los tipos como él mismo y el ex marido en cuestión son inamovibles en sus cargos y hay que tragar con ellos con la misma resignación que un buen padre de familia debe soportar a un hijo tonto. Por otra parte, el lapsus deja con el culo al aire la reforma laboral de su compañera Báñez, quien no tuvo reparos en cepillarse la obra social del franquismo con la excusa de flexibilizar el despido para imprimir mayor dinamismo al mercado laboral. Reforma que parece incapaz de despedir a un tipo que sigue cobrado pero que no aparece por una sede en permanente cerco, aunque dicen algunos que hace los discursos del partido sin moverse de su casa. Ay, las nuevas tecnologías, esa liturgia que manda al paro a miles de españoles pero que permite que el tal Sepúlveda le dé al teclado con una mano mientras con la otra hincha los globos del próximo cumpleaños de algún vástago-de casta le viene al galgo-que no apunta precisamente maneras de tonto.
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6 comentarios:
Suelen ser aquellos que siempre tienen el culo pegado a la misma silla durante décadas los que más abogan por la flexibilidad laboral y la movilidad.
Claro, cuando son estos politicos los que promueven tales ideas (que en el fondo son necesarias en mi opinion), y les ves con las raices saliendo de su culo y atravesando el sillon, uno no puede sino buscar no tijeras, sino una guadaña con la que cercenear, a la altura que sea, al marrano de turno.
En el fondo se entiende; son famiggglias, son la cosa nostra, que no dan la espalda a los suyos.
Esto, Sr. Ogro, se parece mucho a la URSS y estados satélites, pues aquéllos, dada la confusión con el Estado, sí que eran auténticos funcionarios del partido. Por no hablar de cómo se cierran filas y se impone la ley del silencio.
Pues que yo recuerde, Sepúlveda no es abogado del Estado.
Es más fácil deshacerse de una sanguijuela que de uno de nuestros políticos de casta. Lógico cuando se les llena la boca diciendo que sin ellos, sin los políticos, no es posible la democracia.
Como en china, que ni caben en su parlamento.
Pues no, Don Aitor, cosa rara en esta peña.
La que sí es abogado del Estado es Soraya, la muñidora de este aborto.
¿Quedan chinos en China, Herep? Creo que están todos por aquí.
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