No he cometido ninguna irregularidad ni jurídica ni moral ni política.
Así de contundente se mostraba el jefe de los ropones sobre sus constantes viajes a Marbella a costa del maltrecho erario público. Sin entrar a valorar posibles ajustes de cuentas en la denuncia de unos hechos que son poquita cosa dentro el desmadre nacional, la contundencia que pretende imprimir Dívar a sus explicaciones tiene un fallo: la apelación a la moral. Si su conducta es intachable, lo es desde los puntos de vista jurídico y político. Sobra la moral, porque su introducción proyecta con fuerza la sombra del ocio. O el placer. O el vicio.
7 comentarios:
Como decía la canción aquella... "Vicio, vicio".
Dicen que la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.
Se entiende ahora que el CGPJ no hiciera practicamente nada en tantos casos: simplemente estaban de juerga en Marbella.
Tal vez con mafiosos rusos, vayan a saber.
Menudo pastelero de voz engolada, el fulano ése. Es de la estirpe de Blecua, el palanganero de la RAE.Podrían formar esos pájaros un dueto de bizcocho caramelizado, más falso y dulzarrón que el de Mili Vanili
¿Acaso creen ustedes que la justicia aparece representada como ciega por casualidad? Mejor no ver.
Con mafiosos rusos y hasta con sus meretrices quizá...vayamos nosotros a saber.
No sea usted malpensado, Don Aitor: ¿no le vamos a dar la presunción de inocencia al jefe de la cosa?
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