Apología de la esquizofrenia

Como una secuela perfectamente lógica de  la exhumación de Franco, la ministra de Justicia propone que la apología del franquismo sea llevada al Código Penal. Acabáramos: hasta ahora siempre habíamos tenido que aguantar la martingala progresista de que el Derecho Penal debía regirse por el principio de intervención mínima, que cuantas menos conductas fuesen tipificadas como delito todo iría mucho mejor y que las penas más suaves eran las que mejor podían ayudar a la reinserción del delincuente. Pero con el franquismo, más vivo que nunca gracias al sanchismo, se rompe el molde.

Resulta curiosa la propuesta cuando en España se asiste desde hace mucho tiempo a una reivindicación del comunismo, el sistema político que más gente ha mandado al otro barrio pero que sin embargo sigue gozando de un respeto entre las gentes de bien que roza la esquizofrenia. Habrá que esperar, si la propuesta se tramita, a contemplar la casuística de esa apología. ¿Será apología del franquismo reivindicar el Estado del Bienestar que trajo el Caudillo para complacer a los radicales falangistas? ¿Lo será hablar maravillas del gran sistema público de salud que también se cimentó con el dictador? ¿Y qué decir que no sea bueno de los juzgados de lo social, herederos de aquellas magistraturas de trabajo donde hoy sigue imperando el principio pro operario que tanto ataque de nervios provoca entre los empresarios? Maravillas todas ellas que son sagradas para los socialistas y cuya autoría imputan sin rubor a Felipe González.

Lo dicho, pura esquizofrenia. Aunque sobre la esquizofrenia existe una doctrina pacífica que la contempla no sólo como atenuante sino también, y en muchos casos, como circunstancia que exime de la responsabilidad criminal.