Paul Lafargue, aquél que escribió
El derecho a la pereza, decía que al
día siguiente a la revolución habría que pensar en divertirse. Mutatis mutandi algo así explicó el
intrépido Rufián en el juicio contra los golpistas catalanes: el 1 de octubre, día
de la rebelión, o revolución, él se fue a merendar. Lo extraño es que el día de
marras él no estuviese en Madrid, dando cuenta de algún cocido, aunque bien
mirado, el muchacho sí tiene pinta de llevar toda la vida merendando,
bocadillos de nocilla o de calamares. He ahí la épica de esta revolución de
funcionarios con lazos amarillos, votar y comer y volver a votar-censo
universal-y volver a comer, o ya merendar. Lo dicho, del derecho a la
autodeterminación al derecho a la pereza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
La merienda de éste va a ser paté La Piara. Por lo cerdo.
Publicar un comentario