Por Tolerancio
A Joan Tardá
Ha nacido una nueva categoría política: el
“facismo”. ¿Qué es el “facismo”? Se contesta mejor a esta pregunta, como se verá,
definiendo a los “facistas”. Los “facistas” son todos aquellos que, por
militancia e ideología, fastidian a Joan Tardá. Da igual que sean simpatizantes
de PP, de C’s, y ahora de Vox. Joan Tardá lleva toda una vida llamando
“facista” a medio mundo, cuando menos, a media Cataluña.
Todo aquel interesado en la Historia de las ideas
políticas tiene alguna noción de lo que es el fascismo, ya saben, fenómeno
político nacido en Italia tras la I Guerra Mundial que ha tenido no pocas
réplicas o imitaciones, más o menos fieles y salpimentadas de peculiaridades
nacionales, en otros países, fundamentalmente europeos. Con el tiempo las voces
“fascista” y “fascismo” se atizan al buen tuntún, siempre están en la recámara
a punto de emerger en discusiones políticas, tanto en la cafetería, en comidas
familiares como en el parlamento nacional. En particular, si no eres de
izquierdas, eres partidario de la libertad individual, de la libre empresa, de
la cadena perpetua para crímenes de especial gravedad, de la unidad de España y
de la libre elección de lengua oficial en la escuela (y crees en dos o tres
cosas más, pero no muchas, pues si crees en demasiadas a la vez acabas siendo
un crédulo), estás listo para que cualquier fulano incapaz de hacer la “o” con
un canuto, pero que moralmente se siente muy superior a ti, te cuelgue el
socorrido sambenito.
Por todo ello, la expresión “fascista” ha devenido
un flatus vocis, una palabra casi vacía,
de significado difuso, pero de carcasa robusta, impactante. Una de esas
palabras que, por exceso de uso, acaban devaluadas. Como la palabra “libertad”
en boca de los partidarios del golpe separatista que se acercan a Lledoners a
cantar una serenata nocturna a sus héroes idolatrados… esa libertad exigida,
reclamada sinfónicamente para que, una vez liberados, sigan conculcando las
libertades de los demás.
Lo confieso: yo soy facista, en la “acepción Tardá”,
ese tipo de aspecto rudo, como de trol malhumorado que, cada vez que respira,
dice “facista”. Siempre se come un fonema, el representado por la letra “s”. No
hay manera de que aprenda a pronunciar la palabra correctamente. No es tan
complicado: fasssss-cis-ta. Lo podría hacer incluso un loro amaestrado. Que lo
repita 100 veces delante de un espejo: fasssss-cis-ta. Si persiste en el error,
le mandaremos al logopeda.
A mí lo de “facista” me suena a un quiero y no
puedo... a alguien que para ser un fascista integral ha de recorrer aún un buen
trecho del camino. Vamos, que ha de esforzarse lo suyo y comer más sopas,
perolos enteros. La “ese” que se come Tardá es el rito iniciático que el “facista”
debe superar con nota para ser un fascista auténtico, un fascista con todas las
de la ley. Para sacarse el título hay que tener el cuajo de Donald Sutherland
en “Novecento”, atar al lindo gatito a la columna con un cinturón y reventarle
las tripas de un cabezazo. La verdad, creo que no doy la talla y que la “ese”
de “fasssss-cista” me queda grande.
A mí, Quico (al que privadamente llamaba Curro), mi
gato, me tomaba por el pito del sereno. Me despertaba por las mañanas ajustando
sus garras a mi frente, sometiéndola a una presión creciente, pero no dolorosa.
El muy tunante sabía hasta dónde apretar para incomodar, pero sin llegar a
lastimarme. Me incorporaba, no quedaban más bemoles, con el gato suspendido de
mi cara, empotrado a ella, como le pasa a John Hurt en “Alien” cuando esa
suerte de tentáculo viscoso, amarillo, que es la cría o la larva del bicho
extraterrestre, le salta al casco de astronauta y se le pega como una lapa a la
roca. Quico se salía con la suya y obtenía su codiciado trofeo: una loncha de
jamón cocido para el desayuno.
Si le dejaba subir a la mesa cuando mi menda daba
cuenta de un arroz de verduras con pollo, adoptaba la hierática postura de un
gato de escayola sobre el mantel, sólo que con disimulo alargaba la patita,
cada vez un poco más, y de un último y veloz zarpazo se llevaba el tesoro: una
alita o un muslito… oh, el averío, uno de sus más dilectos manjares. Y ya me la
había jugado, vuelta la burra al trigo, y eso que me prometía estar atento, no
perder ripio de sus ágiles movimientos. Lo tenía calado con el rabillo del ojo,
sí, pero, miau… su garra era más rápida que mi vista y ganaba una mano tras
otra.
Está visto que no tengo madera de fascista. Soy,
como fascista, una birria, un embrión defectuoso, un proyecto fallido. Definitivamente,
me habré de contentar toda la vida con ser un “facista” de los de Tardá.
12 comentarios:
Gracias por esta impecable y atinada colaboración, Sr. Tolerencio.
La verdad es que todos somos fascistas. Si no eres progre, eres fascistas. Si estás contra el separatismo catalán, eres fascista. Si no quieres inmigración descontrolada, eres fascista. Si eres liberal en lo económico, eres fascista. Si dices que las feministas te provocan náuseas, eres fascista. Y ya el remate, si dices que Franco ha sido el único socialista español, ¡también eres fascista! No hay solución: viva el fascio. O facio.
Y el complejo que tienen algunos porque puedan llamarles eso...Cs y Albert Rivera la están volviendo a liar parda en Andalucía, twitts de chulo de playa del amic Girauta incluídos. Esta vez, después de que no hace ni dos años que defendían cambiar la infame Ley de Violencia de Género por otra de Violencia Intrafamiliar, por haber acordado con los otros acomplejados del PP mantener los chiringuitos ideológicos emanados de la primera de las leyes. El cambio para Andalucía era esto. Vox es ahora la única partidaria de ese cambio legislativo y no acepta ese pacto de acomplejados, y en su soberbia, éstos no recuerdan que no pueden ir a ninguna parte sin el voto de la formación de Abascal.
El tiro en el pie que se metió Froilán de Borbón se queda en nada con los que se empeña en pegarse Rivera, por complejo y por querer buscar el voto progre.
Toda la razón, Don Aitor. De Ciudadanos sólo puede decirse que llegaron como outsiders y ya sólo son otra pata del mismo banco. Han venido para quedarse y perpetuar el sistema, unos aprovechateguis de manual. No olvidemos que esta gente ya estuvo dispuesta a hacer presidente al doctor Sánchez.
Y VOX tiene más razón que un santo, pero les falta explicarse más y mejor: no están contra las ayudas a las víctimas de esa violencia sino contra un chiringuito de subvenciones que mantiene al conglomerado progre y feminista para que vayan adoctrinando. Creo que Andalucía también tiene una ley propia de memoria histérica y no parece que PP y Ciudadanos estén dispuestos a derogarla. Veremos.
De la ley andaluza de Memoria Histérica, la pareja de acomplejados ni ha hablado tan siquiera. Habrá que mantener, a falta de puntualización alguna, que el que calla otorga.
Sobre Ciudadanos.
Buen artículo, don Reinhard.
Por lo que al zurupeto se refiere, está adoptando exactamente la misma actitud que Cs. No hablo con Vox, no toco "ni una coma" del acuerdo bipartito ( "Doberman" Girauta dixit ), pero que lo apoyen en el Parlamento. En estas condiciones, lo mejor que puede ocurrir es que se repitan las elecciones andaluzas.
Y a propósito de artículos, Pedro José Ramírez sigue echando mierda sobre Vox en su diario digital.
Igual es que se ha enamorado del "nen" Riverita y nos está desempolvando el corpiño de cuando lo de Exuperancia.
Muy bueno TOLERANCIO.
Muy bueno el de Javier Benegas, REINHARD.
Veremos qué pasa en Barcelona en las municipales.
D. Tolerancio:
Chapeau. Siga escribiendo que es lo suyo.
Yo creo que Tardá quiere ofender pero en una escala inferior y por eso no llega a catalogar de fascista, se queda en facista que llegado el caso siempre le permitirá excusarse diciendo que el no ha llamado fascista a nadie.
Quiero pensar que un licenciado en filosofía y letras y profesor de lengua y literatura debe conocer la diferencia entre facista y fascista y debe a su vez saber pronunciar una palabra. Seguro que el tragarse esa "s" lo hace con toda intención. Otra cosa es que habláramos de su adlátere maese Rufián, quien, a buen seguro, ignora el significado de ambos vocablos.
'Valls se desmarca de Ciudadanos y propone un pacto con PSOE y PP para aislar a Vox
El aspirante a la alcaldía de Barcelona que impulsa Ciudadanos propugna una especie de cordón sanitario constitucionalista
Éste saldo de la política francesa es medio idiota....o Cs se lo quita de encima como el trasto estorbando que es, o a tomar (o recibir) por el culo con Cs.
mil gracias por la info, don traveller... no había caído en ello. me parece muy verosímil su hipótesis... de modo que podría tratarse de un truco "anti-querellas" y no de un alarde de ignorancia o estupidez...
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