Se buscaba

Más o menos como ocurrió con Capone, y salvando todas las distancias habidas y por haber, Cifuentes ha sido sacrificada por un asunto menor. Ya no tenía mucha enjundia el máster apócrifo en el país de los trileros, pero parecía suficiente para forzar su dimisión o cese, si bien el despido, como dependía de su jefe inane, era algo que se hacía de rogar, que nunca parecía llegar. La tentativa de hurto de unas cremas rejuvenecedoras ha resultado una coquetería muy cara, pero sobre todo ridícula por parte de alguien que pertenece a un partido que ha robado todo lo que se podía robar, incluso aquellas cosas que están fuera del comercio de los hombres.

De traca, casi tan milagroso como vergonzoso, es que la prueba del hurto intentado resida en un vídeo que por ley hay que destruir en un plazo de treinta días si el ilícito no se lleva al juzgado, y no se llevó porque la señora pagó las cremas una vez cazada en el renuncio. Adiós, pues, a la posible reinserción social y política del cleptómano incluso en sisas de poca monta . Sobra decir que ha sido el fuego amigo el que se ha llevado por delante al que hasta ahora era uno de los valores en alza del Partido Popular, lo que demuestra cómo está ese partido y lo que de él se puede esperar, y así y por ello, con absoluta melancolía y laconismo se pronunciaba antes de la dimisión García Albiol, otro valor en alza: las imágenes son las que son. Sin duda, y el partido es el que es.