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lunes, 20 de noviembre de 2017

Elogio del pollo



El llamado exilio catalán nos deja esta bonita y tierna imagen de los fugados con su abogado: una distendida comida con el pollo como protagonista. No nos extenderemos en la bondad de ese alimento, ni tampoco en su maldad, que también la tiene, como advirtió hace tiempo Evo Morales, y no señalaremos a nadie de la mesa, pero sí nos centraremos un poco en las caras de felicidad que transmiten los comensales, lo que evidencia que ese exilio, como era de esperar, no tiene nada de traumático y sí mucho de chiripitifláutico. 

Porque parafraseando a Carlos Semprún con París, bien podemos decir que el exilio de Bruselas está resultando una fiesta. Políticos de todo pelaje y leguleyos que van y vienen, entrevistas de Fuigdemont y sus secuaces en diferentes medios y unas autoridades belgas que se ríen del gobierno de España solicitando información sobre sus prisiones, cuando todo parece indicar que las de  Bélgica-donde desconocen la máxima de odia el delito y compadece al delincuente-son una porquería. Aunque al paso que va el sainete, y si tenemos en cuenta el interés del gobierno por no tener presos en las listas electorales del 21-D, no parece que los fugados vayan a pisar una cárcel española, y si lo hacen será el tiempo justo hasta depositar una fianza. Todo un pollo el del 155.

2 comentarios:

tolerancio dijo...


el diputado flamenco que alza la copa aún no sabe que la cena la pagará él... los ultras flamencos no saben con quienes se juegan los cuartos... el 7-D tendrán en la calle a unos cuantos psicópatas con lazos amarillos en la Grande Place... ¿no quedarán, cuando menos entre los valones, algunos buenos mozos que les reciban como merecen?

Reinhard dijo...

No creo, Tolerancio: España pinta tan poco que a nadie interesan sus problemas domésticos.