Cuando se dice que tenemos unos
políticos que no merecemos-quizá sí que los merezcamos y es mejor no hacer
autocrítica-sin duda se piensa en el inefable Zoido, un hombre que tiene pinta
de cualquier cosa menos de ministro. La última, ahora que hay relativa calma
con la independencia catalana, ha sido aprovechar la presentación del nuevo
modelo de centro de internamiento de extranjeros para afirmar-presumimos que
hinchando su generosa panza cual cortejo entre pajarracos-que ello permitirá ampliar capacidad de acogida. Y
nos reíamos de Zapatero y Caldera con sus efectos llamada. Todo empeora.
Y es que al pancista sólo le
ha faltado detallar todas las comodidades de las que gozarán aquellos que sean
internados por el plazo máximo que marca la ley, porque enumerar aquellos
países que no tienen convenio de repatriación con España es innecesario, pues
las mafias lo saben de sobra y es lo que venden en origen. Nada igual se veía
desde que la Armada española empezó a usar Twitter para detallar los
salvamentos que llevaba a cabo y hacer autobombo de su eficacia en la recogida
de pateras. Queremos acoger, prometían
no hace mucho los progres catalanes; estamos acogiendo, sube la apuesta Zoido.
3 comentarios:
Muy cachondo el de Jauristi. Y sin menoscabo de que la búsqueda de privilegios sea una práctica muy común en este patio de Monipodio –y ahí queda el penúltimo capítulo con la prohibición a los extremeños de plantar más vides obsequio del petit país a la aborrecida libre competencia- en el asunto del Concierto, tal vez más a la contra, por compararlo con el Régimen Común, el modelo del Concierto me parece más aseado y trasparente en su gestión técnica.
Juaristi, decepcionado por la falta de pedigrí del hiperbólico sentimiento identitario vasco, en el que militó en sus años mozos, decidió apostar por una versión emocional más privativa del arraigo, sentimiento del que se bebe y no se sacia uno con cualquier txakoli, y se nos fue a la Torá para entrar en comunión con sus verdaderos iguales en linaje, los elegidos por Dios el omnipotente - y algo más poderoso que Sabino, hay que decir- que aseguran sobrevivieron al diluvio universal por voluntad directa e intransferible del gran hacedor, distinción y marca de un privilegio que deja en nada al Cupo y que Montoro nunca podrá igualar.
Un hidalguillo inquieto que mutó en alta aristocracia en ese tedioso mundo de los blasones legendarios…enhorabuena si esa era la búsqueda intima e insatisfecha por los valles del Goyerri. Ahora ya puede reírse de sus antiguos vecinos, que siguen a Rolex…o a setas.
Vaya comentario, Fuga: excelente. Te voy a ir pasando artículos interesantes para que hagas una reseña como la anterior y la pongo como entrada, que yo no siempre anda con inspiración bastante..
muy amable Reinhard...será por haberlo escrito más dormido que despierto. Se corta uno menos aunque alguna tilde pague la factura.
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