Días atrás hablábamos, o mejor escribíamos, de aquellos que sin comulgar aparentemente con el nacionalismo catalán prestaban a este un apoyo fundamental, bien con un silencio que roza la complicidad o el encubrimiento, bien con palabras siempre equívocas y tendentes al pasteleo: son los del no pero...Esta pieza es claro ejemplo de ello y como tal merece algún comentario. Resulta cuando menos curioso que la autora- conocida por su errática trayectoria en la cuestión catalana, de rondar por el entorno de Ciudadanos a estar por el derecho a decidir-formule una tesis tan extravagante-problema sexual-para explicar lo que no es más que un problema puramente político generado de manera artificiosa por gentes con ganas de enredar.
El principio, que no puede ser más cursi y previsible en los gustos literarios, da paso a lo importante, que es de lo más prosaico: la chica vuelve a su tierra por asuntos personales acompañada de un hombre catalán. Cruzar el Ebro de la mano del enemigo secular es toda una provocación que no puede quedar impune. Los tanques, he ahí la respuesta que recibe, la intolerancia española, esa tendencia a resolver los problemas a estacazos: la novedad en esta ocasión es que toda esa beligerancia obedece, según nuestra chica, a un problema sexual, nada menos. Hasta ahora una explicación tan extravagante, y referida a cuestiones políticas, sólo se había ofrecido para explicar el nacionalismo vasco y la violencia terrorista, pues según algunos estudios de Miranda de Ebro para arriba es donde menos se folla. Ahí queda, pues, el diagnóstico de Cristina: Cataluña es un problema sexual. Quizá de ahí venga aquello de tratar de encontrar su encaje en España. Encajar: meter algo, o parte de ello, en otra cosa.
El principio, que no puede ser más cursi y previsible en los gustos literarios, da paso a lo importante, que es de lo más prosaico: la chica vuelve a su tierra por asuntos personales acompañada de un hombre catalán. Cruzar el Ebro de la mano del enemigo secular es toda una provocación que no puede quedar impune. Los tanques, he ahí la respuesta que recibe, la intolerancia española, esa tendencia a resolver los problemas a estacazos: la novedad en esta ocasión es que toda esa beligerancia obedece, según nuestra chica, a un problema sexual, nada menos. Hasta ahora una explicación tan extravagante, y referida a cuestiones políticas, sólo se había ofrecido para explicar el nacionalismo vasco y la violencia terrorista, pues según algunos estudios de Miranda de Ebro para arriba es donde menos se folla. Ahí queda, pues, el diagnóstico de Cristina: Cataluña es un problema sexual. Quizá de ahí venga aquello de tratar de encontrar su encaje en España. Encajar: meter algo, o parte de ello, en otra cosa.
4 comentarios:
Tuve la oportunidad de conocer algo de cerca a Cristina cuando el invento de Factual en el que actuó de subdirectora a las órdenes de Arcadi Espada.
Encaja perfectamente en su personalidad lo de reducir el llamado problema catalán a una cuestión de índole sexual. Pudiera ser cierto que dedicarle más tiempo al intercambio de fluidos significara una reducción proporcional del que se dedica a la organización de uves separatistas.
Habría que sugerírselo a las féminas de la ANC y a alguna monja descarriada que pulula por ahí.
¿Subdirectora? No está mal: ¿algún padrino?
La nombró el mismo Arcadi que al parecer la conocía bien.
La verdad es que mientras duró fueron divertidas las cartas que enviaba diariamente a todos los suscriptores.
no conozco a Cris... pero miro alguna foto suya en "internet"... estaría bueno reenfocar la campaña de ANC en su tour separatista puerta a puerta, por el reclutamiento de varios miles de macizas (y de macizos para ellas, bueno y para los que tengan gustos variados) y propugnar una campaña "sesuá" masiva a domicilio... si es que ése es el problema... que no digo que no...
Publicar un comentario