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miércoles, 16 de febrero de 2011

Profecía



El desembarco, cuyo título original es El campamento de los Santos, es una novela que ha resultado profética y que fue escrita a principios de los años setenta por Jean Raspail. ¿Por qué profética? La respuesta está en la trama, extravagante en el fondo pero sencilla en la forma: ¿qué ocurriría si un millón de hambrientos indios llegasen a las costas europeas y lo hiciesen a la vez, bien apretados en una grotesca y oxidada flota de un centenar de barcos y dispuestos a conquistar por las buenas o las malas el bienestar de Occidente?

Quizá la respuesta, y de ahí la inspiración del autor para el título, se encuentre en un expresivo fragmento del Apocalipsis citado en la obra: Cuando se hubieran acabado los mil años, será Satanás soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a las naciones que moran en los cuatro ángulos de la Tierra, a Gog y a Magog, y reunirlos para la guerra, cuyo ejército será como las arenas del mar. Subirán sobre la anchura de la Tierra y cercarán el campamento de los santos y la ciudad amada.

Con un ritmo trepidante y en diferentes escenarios, asistimos a la narración de unos hechos que no dejan indiferente a nadie, ni al lector, ni a los protagonistas ni a los millones de personas que presencian, vía radio y televisión, al avance imparable de esa flota que aglutina a los desheredados de la Tierra. Se avecina un nuevo orden que no es otra cosa que el final de una civilización que contempla impotente una muerte, la propia, más que anunciada. Solamente unos pocos plantan cara: es la desigual batalla entre esos hambrientos y aquellos que no quieren repudiar su herencia milenaria ni tampoco dilapidarla. Pero es para estos pocos resistentes una batalla perdida desde el principio, pues los propagandistas de la llegada de esa Bestia, apóstoles de un humanitarismo imbécil y un multiculturalismo irracional, se han encargado de vaciar las conciencias, por lo que el desembarco encuentra muchos más adeptos de los esperados, incluso entre unas fuerzas armadas que, si no huyen en desbandada, también terminan abrazando a los recién llegados como hermanos de sangre que necesitan ayuda. Los inmigrantes ya instalados e integrados en el país desde hace años se rebelan contra sus viejos patronos, las cárceles son asaltadas y los presos liberados se unen a una orgía devastadora que no se detiene ante nada ni ante nadie. Es el final de la legalidad.

Un caos, en fin, que se apodera de todo y firma la sentencia de muerte de una civilización y una cultura, de toda una identidad que parecía bien consolidada, porque eso-y no una absurda superioridad de los blancos, como dirían los detractores del autor y su obra-es lo que se pierde para siempre y lo que magistralmente refleja Raspail en una novela que se adelanta treinta años a unos acontecimientos que ya, y por desgracia, no tienen nada de ficción.

lunes, 23 de noviembre de 2020

La invasión

 

La crisis por la invasión que sufre Canarias-¡migrantes! dice la progresía nacional-está generando un problema que en circunstancias normales haría tambalearse al gobierno pero que en este extraño país sólo acabará perjudicando a la oposición, como es ya tradición. Recuerda mucho la cosa a la profética novela de Jean Raspail, El desembarco, quizá con el matiz, normal por el transcurso de los años, de que ahora los invasores vienen con un teléfono móvil de última generación y se alojan, a la espera de ser repartidos por todo el territorio nacional del bienestar social, en hoteles de un cierto nivel: a remojo en la piscina, pese a que el Tribunal Constitucional se moja-¡oh, cielos!- y dice que son ajustadas a Derecho las devoluciones en caliente, si bien para las plazas de Ceuta y Melilla. Magro consuelo para unos canarios que quedan a la intemperie y lamentando que por culpa del virus chino no vengan los turistas de toda la vida. En fin, como dice José Mota, las gallinas que entran por las que salen.

* Fotografía cortesía del amigo Fuga.


lunes, 15 de junio de 2020

Obituario



El pasado sábado falleció Jean Raspail, escritor polifacético que nos legó su magnífica novela apocalíptica El desembarco, también conocida como El Campamento de los santos. Aquí ya se trató la obra hace mucho tiempo, demasiado según se mire, y no sólo podemos decir que el autor fuese un visionario ya en los años setenta sino que, visto lo visto en esta Europa decadente, se quedó corto. No sólo se produjo la invasión sino que ahora, producto de ese fenómeno y en combinación con unos gobernantes irresponsables y una globalización criminal, vivimos una auténtica distopía. Merece leerse, o releerse, que las vidas europeas también importan.

miércoles, 19 de mayo de 2021

Desembarcos

 


La invasión más reciente de Ceuta, y las que por desgracia vendrán de la mano de las tropas enviadas por Marruecos, nos trae a la memoria El Desembarco, el clásico profético de Jean Raspail escrito para el caso de Francia hace casi cincuenta años. Sin entrar en consideraciones sobre la oportunidad de mantener las antaño llamadas plazas africanas y ahora ciudades autónomas, vaya tela todo lo actual en comparación con aquel fulgor de África del que escribía Umbral, valgan dos imágenes repetidas hasta la náusea por los medios de comunicación: la del negro, éste no era marroquí, sobando las lorzas de una voluntaria de no sabe qué y la del guardia civil salvando a una niña de morir ahogada tras ser abandonada por vaya usted a saber quién. Lo dicho, todo está en El Desembarco, o El Campamento de los Santos en el francés original. Parafraseando el Apocalipsis, aquí hay sabiduría: el que tenga entendimiento…