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viernes, 24 de enero de 2025

Hacia una nueva judicatura

 


El gobierno del camarada Sánchez quiere reformar muy a fondo la justicia, y dónde irá el buey bolivariano que no are. Claro, que el ínclito Bolaños nos asegura que lo que se traen entre manos es una modernización de ese maltrecho poder del Estado. Ahora, otra cosa son las leyes procesales a las que ya han hincado el diente para hundir al justiciable, nos debemos centrar en cuestiones de personal, esto es, jueces y fiscales y su acceso a dicha carrera.

Para este gobierno la cosa está clara y viene avalada por la más cruda realidad: jueces y fiscales son, y por una mayoría nada desdeñable, de talante conservador, luego algo habrá que hacer para equilibrar la balanza. ¿Y por qué son conservadores? Porque sólo los privilegiados, sostienen los promotores del invento, se  pueden permitirse el lujo de mantener a sus hijos unos cuantos años hincando los codos, pagando manuales y preparadores-que también son jueces y fiscales-y por supuesto dándoles de comer, que del aire no se vive. Este razonamiento no se sostiene de ninguna de manera, pues son legión los jueces y fiscales de origen humilde que han alcanzado ese objetivo gracias a unos padres que creyendo a pies juntillas en eso llamado ascensor social han hecho el esfuerzo necesario, renunciando a esos pequeños placeres que alegran un poco la existencia.

Perseverando en el error, o más bien en la mala fe, pretende el ejecutivo establecer todo un sistema de becas para que los más desfavorecidos pueden estar esos años de estudio disfrutando de una paga que nunca será inferior al salario mínimo. ¿Y si el becado es un inútil o un pícaro que no aprovecha el tiempo? ¿Devolverá el dinero al contribuyente? ¿Quién se pronuncia sobre esa inutilidad o picaresca? No se sabe, porque los preparadores también están en el punto de mira, pues se trata de jueces y fiscales que no declaran al fisco, eso sostiene Bolaños, ese dinero extra que llega a sus bolsillos. Luego habrá que crear un cuerpo de funcionarios-será por dinero-para ese menester.

Si no conociésemos a este gobierno nos preguntaríamos por qué se desconfía de un sistema, la oposición pura y dura, que con todas sus imperfecciones ha demostrado ser el más adecuado de los posibles, pues garantiza el mérito y la capacidad para el desempeño de esa magistratura. De ahí que la reforma prevea un aumento del acceso a la judicatura por el llamado cuarto turno, o lo que es lo mismo, que otros profesionales del Derecho puedan acceder mediante la vía del concurso-oposición, y ahí entramos en el siempre peligroso terreno de los méritos, la solidez y rigor técnicos exigibles según el anteproyecto. ¿Y qué composición tendrá el tribunal que evalúe todo eso? Mejo no pensarlo, pero es fácil  adivinarlo.

Veremos en qué queda todo esto, dadas las dificultades del gobierno para legislar, pero es evidente que estamos ante la tentación de crear, como aquel hombre nuevo del viejo socialismo, nuevos  jueces que distarán mucho de estar al servicio de la justicia. Y no será porque últimamente no hayamos tenido ejemplos de sobra en ese sentido.


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