Parece que el efecto Trump, o
Musk, empieza a notarse antes incluso de la toma de posesión del nuevo
presidente americano. A la vez que Macron, ese pequeño Napoleón de un país en
decadencia, se queja de las injerencias de Elon Musk en la política europea, el
primer ministro de Canadá dimite de su cargo, entre otras razones, por el problema que le plantea
Trump con los aranceles a los productos de ese país.
Lo del pequeño Napoleón no tiene
un pase, máxime cuando es evidente como toda la política europea, en especial
lo relacionado con la inmigración, ha estado en manos del magnate Soros, y
quién ha votado a ese individuo, se pregunta el vulgo. Pues nadie pero ahí está,
o él, si todavía vive, o su hijo, que ya hace y deshace sin que ningún
gobernante europeo diga esta boca es mía. En cuanto a Trudeau, qué explicar de
un tipo cuyo partido se hace llamar liberal y que abraza el wokismo más
infecto, si bien de momento exonera a Musk de cualquier responsabilidad en su
dimisión.
En cualquier caso, qué fragilidad
la de unas democracias que pueden tambalearse por los designios de un magnate y
su red social. Aunque bien mirado, lo que de verdad les da miedo es que una
masa hasta ahora amorfa puede despertar y echar abajo un tinglado tan poco
rentable como miserable. Que el nuevo año lo propicie, de momento algunos ya
están temblando.
1 comentario:
entre tanto descacharre y tantas noticias malas, un buena... espero que en este 2025 que ahora se inicia no sea sólo Trudeau el que desfile y que otros se unan al interfecto... a fin de cuentas se han forrado y pueden vivir un retiro dorado...
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