Si hace poco tiempo era el
maestro Escohotado el que se iba de este mundo, ayer fue Fernando Sánchez Dragó
el que nos dejó para siempre emprendiendo el camino de esa inmortalidad que
tanto ansió. Genio y figura hasta la sepultura y hombre irrepetible, nos lega
obras que permanecerán siempre en el recuerdo y que ofrecen un retrato
cabal del autor, pues lo memorístico era siempre marca de la casa y seña de
identidad. Se va Dragó y desmiente a Scott Fitzgerald, quien aseguraba que la
vida era un proceso de demolición: el genio de Castilfrío de la Sierra, que
poco antes de morir escribía un tuit con el gato Nano subido en su cabeza, nos abandona
sin un ápice de decadencia. Que la tierra le sea leve.
4 comentarios:
gárgoris y habidis... monumento a la erudición...
Suscribo Toleancio. Toda una experiencia del lenguaje escrito, por lo menos para mí a los 20.
Dragó era un prodigio en el lenguaje, tanto escrito como verbal; pensaba a una velocidad de vértigo y era un gran orador.
Muy de acuerdo Reinhard...
Publicar un comentario