Leo por ahí que esa cosa tan
estúpida como innecesaria, el Senado, acaba de aprobar la igualdad entre
hombres y mujeres. Después de tamaña gesta, procede que la ilustrísima cámara
de próceres apruebe también el sufragio universal. Y no es esta propuesta ninguna
boutade con ánimo de enredar, no en vano es gracias a ese derecho que a
todos iguala la razón por la que sus señorías gozan de tantas y tan gozosas
prebendas. Aunque el sufragio universal, nos indica Nicolás Gómez Dávila, no pretende
que los intereses de la mayoría triunfen, sino que la mayoría así lo crea. Es
por ello que ahora muchos ciudadanos creerán que el Senado ha puesto fin a una
oprobiosa desigualdad en función del sexo, género según algunos, cuando todo esto no es más que un
guiño a los fastos del 8 de marzo. Pero da igual, porque todo esto no es más
que una ilusión, la del gobierno de las emociones que sale del dogma sagrado: un
hombre, o una mujer, un voto.
1 comentario:
¿eso no lo dice ya la Constitución?... iguales en derechos... afortunadamente, la igualdad no afecta a la anatomía. Creo que alguien debería enviar al senado un despacho urgente avisándoles de que la Tierra es redonda... quizá no se hayan enterado aún...
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