La peste del virus chino ha
tenido consecuencias en todos los ámbitos de la vida cotidiana, y lo que te rondaré,
morena. No podía librarse la siempre maltrecha justicia, que ha tenido a bien
arbitrar una serie de medidas tendentes a la no propagación del virus, si bien
con una cierta timidez, pues de manera incomprensible no se toma la temperatura
a todas las personas que acceden a los edificios judiciales. Eso sí, los
letrados están exentos de lucir la preceptiva toga en los juicios, algo que
siempre se agradece en el tórrido verano. Pero siempre impera el uso de la
mascarilla en esas dependencias, salvo en el caso de algunos funcionarios y
jueces que siempre que pueden marcan el músculo de la casta.
Pero el uso obligatorio de
mascarilla puede llegar hasta extremos grotescos y kafkianos y sobrepasar ese
límite que nos lleva a sentenciar que la realidad siempre supera a la ficción.
El otro día me contaba un abogado que un juzgado de Barcelona le citó para una rueda de reconocimiento, diligencia muy habitual en causas penales. La
sorpresa fue que tanto el sospechoso del delito como el resto de figurantes
lucían la dichosa mascarilla. Obviamente, la víctima no pudo reconocer al
presunto autor del ilícito, matiz nada desdeñable que provocará, salvo milagro, el archivo de la causa. Y es que la justicia es ciega.
8 comentarios:
...estamos llegando a un gilipollismo sideral.
¿no podía situar a los sospechosos entre sí a una distancia suficiente? parece un chiste, la verdad... pero me lo creo... para estos casos, reconocimiento de las facciones del posible autor de un delito, no irían mal las mascarillas que reclaman las personas con sordera, transparentes a la altura de la boca para poder leer los labios... en fin, serafín...
Lo cierto es que la sobreabundancia y la obligatoriedad de las mascarillas están creando anécdotas y causando situaciones curiosas. La que cuenta Reinhard de la rueda de identificación es estúpidamente absurda, pero sin llegar tan lejos y ante la dificultad de identificar a los "enmascarillados" la gente se ve en la obligación de saludar a todo aquel con quien se cruza, sobre todo en poblaciones pequeñas donde se supone que todo el mundo se conoce.
Yo mismo, que sigo estando escondido del bicho en una de unos cinco mil habitantes por tierras gallegas y que como distracción me dedico a andar mas que el correcaminos, me paso todos los paseos contestando hola y adiós a un montón de rostros inidentificables a quienes estoy seguro de no haber visto en mi vida.
estupendo, traveller, recuperando antiguas costumbres... qué envidia caminando por el bosque todo el santo día, con un hierbajo entre los labios y un chucho al lado al que lanzar a lo lejos una piña para que te la traiga de nuevo...
jajaja...es cierto Trav. Saludas y te saludan y luego vas pensando de qué coño conozco a ese.
Por cierto, un asunto ese de las mascarillas es que no pudiendo mirar las caras de las chicas me he dado cuenta que miro como nunca antes los culetes. Es como un mecanismo de compensación. Creo que de seguir así podré tener antes de año un inventario de culetes bonitos del barrio a los que no sabré poner cara.
En fin...las 'girls'
Bien mirado, Fuga.
Pues esto es lo que hay, y va para largo. ¿Hará el gomierdo una especie de155 para Madrid? En eso están.
oído fuga, yo también me declaro o-culista... y en verano especialmente "piernista", pero ya andan guardando los "shorts" en el armario ropero, una lástima...
Sí, asi es Tolerancio. Bonitas piernas pero hasta junio....
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Andan ahí ahí, Reinhard. En cualquier caso el país se está polarizando mucho. Y las empresas crujen que parecen viejos barcos en pleno huracán.
Mi impresión es que las incertidumbres son tantas, y las expectativas tan malas, que podemos ir hacia un desastre económico y social. Ergo esta cuadrilla de necios van a espolear la República y lo que sea necesario para distraer a las masas cretinizadas. Embolica que fa fort.
...pero en fin, los legionarios condenados llevamos ya tiempo advirtiendo de que la degradación institucional pasaría factura en la primera recesión. Y aquí tenemos a la furia de los elementos desatada o por desatar.
Como novedad decir que a mis años es la primera vez en mi vida que no me siento angustiado. He llegado a ese punto virtuoso, o zen, en el que me importa todo un soberano coño.
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