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jueves, 20 de febrero de 2020

Torrente




Confieso que estoy cogiendo cariño al ministro Ábalos, que más que ministro es gerifalte del Psoe, de ahí que esté aguantando el tipo contra viento y marea cargado de chulería en el asunto de la terrorista venezolana y su paso por la España bolivariana. Su última perla es decir que ningún juez podrá obtener las comprometedoras imágenes del aeropuerto porque están amparadas por la ley de protección de datos. Átenme esa mosca por el rabo: la  persecución del delito limitada por una ley que no respeta nadie.

Ábalos, hijo de torero, es el típico elemento que cierra discotecas de pueblo copazo en mano y palillo entre los dientes y que echa pulsos por la mayor chorrada a todo hijo de vecino que se cruce en su camino, un personaje, en fin, propio del show de José Mota. Dicen sus detractores que es un trasunto de Torrente, y véase al efecto la fotografía de más arriba, la mirada que echa a esa señora de buen ver en los pasillos del Congreso: y cómo no lo ha de ser, si nació en Torrente, provincia de Valencia. Ábalos trae a la política española al hombre campechano que alegra cualquier velada con sus chascarrillos y que se tira toda clase de faroles mientras te susurra al oído sujétame el cubata que voy a por esta tía. Qué hacía Ábalos la noche de autos en el aeropuerto, se pregunta el pueblo soberano que hasta tan alta magistratura lo ha aupado. Pues trasnochar, está claro

3 comentarios:

tolerancio dijo...


retrato fidedigno del personaje. creo que ábalos tiene derecho a conocerlo: es la imagen que le devuelve el espejo. un punto a su favor: mira a esa moza como a mí me gustaría hacerlo y a veces ya ni me atrevo, por si una femi-podemita lo ve y me atiza un paraguazo...

Reinhard dijo...

Me gustaría saber qué piensa nuestro Torrente de una chica como Irene Montero: pero qué piensa a nivel político, personal y erótico festivo.

Por cierto, sobre Irene Montero: la justicia pone las cosas en su sitio y le quita la generosa indemnización que nunca debió darle un juez por unas letrillas satíricas escritas por otro juez.

Que te den, Irene.

FUGA dijo...

Es una histérica con el cerebro de serrín.

Celebro que esas letrillas satíricas no supongan una indeminización para esa vividora del dinero público.

Menuda casquería...puaj¡¡¡