Al final parió la burra y
Fuigdemont sólo será extraditado por malversación y no por rebelión, entre otros delitos, desprecio
alemán a la soberanía española que demuestra que Europa es un mal negocio para
el ciudadano y excelente para el burócrata local que recauda impuestos. Desde
que el fugado fue cazado en Alemania, y vistas las trabas que se ponían a la petición del magistrado Llarena, me mostré partidario de retirar la
euroorden y dejar al tipo vagando por Europa hasta que su cuerpo aguantase la
nostalgia de la tramontana: ya caería, más tarde o temprano.
Pero no se quiso que así fuese y
se mantuvo el envite con pésimas cartas, aunque tampoco hay que rasgarse las
vestiduras ni volver a lamentar, como con aquel varapalo de la doctrina Parot,
que Europa se ríe de nosotros, ni pedir, como hace algún eurodiputado
valenciano, que vuelvan las fronteras, ¡él, que vive del presupuesto europeo
sin dar un palo al agua! Y si bien ya se habla de no aceptar la entrega en esos términos, con varias opciones procesales, no hay que insistir mucho, que todo esfuerzo inútil conduce a la melancolía, pues la suerte está echada, y Fuigdemont y los otros
rebeldes pasarán poco tiempo en prisión: pacta
sunt servanda, que fijaron los romanos, creadores, ellos sí, de un
auténtico imperio de la ley para un vasto territorio. Nostalgia la nuestra, pero de otro tipo.
3 comentarios:
Lo bonito es ver felicitarse a todo el nacionalismo catalán. Se alegran de que Puchi sea acusado por malversación, de que les roben.
Animalicos.
Sarna con gusto no pica, Don Aitor.
Excelente comentario Reinhahrd
Publicar un comentario