Ricos, luego comunistas

A cuenta de una concejal con muchas propiedades y que además es pro okupas, la abuela Carmena viene a decir que se puede ser rico y comunista, verdad irrefutable ante la que el vulgo, generalmente desinformado, se lleva las manos a la cabeza. Y es cierto: sólo los ricos pueden permitirse el lujo de ser de izquierdas, y así en su mucho tiempo libre pueden prometer un paraíso que, curiosa y paradójicamente, no consta de bienes inmuebles sino de entelequias varias; el resto del personal debe trabajar duro para tener un pequeño colchón el día de su jubilación, que las pensiones como hasta ahora se han conocido son una quimera, por lo que más les vale encomendarse a una ideología lo más liberal posible, al menos en la política fiscal.

Contaba el desaparecido Manu Leguinche en su Madre Volga un chiste que circuló durante los años setenta en torno a Brezhnev, quien para impresionar a su madre la invitó al Kremlin, le mostró sus pertenencias, coches, cuadros…todo ello para que comprobara lo lejos que había llegado desde que abandonó la aldea ucraniana. Pero la madre impasible no movía un músculo. Ninguna de aquellas maravillas parecía impresionarle. Preguntada al respecto por tanto lujo exhibido, la madre fue clara: Está bien, muy bien, hijo, pero ¿qué pasará cuando vuelvan los rojos?

Por aquí los rojos han venido, y parece que para quedarse, y quizá por ello van haciendo acopio de toda clase de propiedades, bienes que los acerquen a un paraíso soñado en la Tierra que sólo ellos parecen comprender en su justa medida. Y tantas son las propiedades que no podrán disfrutarlas todas en vida, aunque para eso está la herencia. Propiedad privada y herencia, instituciones típicamente burguesas que, como dice la Constitución, tienen una función social. De socialismo. Real, sin duda.