Era inevitable que sucediese, y las predicciones más pesimistas tras conocerse la noticia no fallaron: la
primera muerte de un diestro en una plaza de toros en la era de las redes
sociales tenía que desatar una tempestad de odio. Animalistas, veganos, comunistas y
necios de diferente pelaje y condición muestran su alegría por aquello que aun
formando parte de la Fiesta constituye una tragedia. ¿Es delito alegrase por
la muerte del prójimo? No lo parece. ¿Debería serlo? Tampoco, si excluimos
aquellos casos en los que medie el terrorismo como detonante del vómito internáutico.
Aunque como siempre, la ley es
una cuestión de interpretación y, dado que existe una fiscalía especializada en
delitos de odio, podría tensarse la cuerda un poquito y ver qué pasa con esos jóvenes
airados que-paradoja-incendian las redes a la mínima ocasión y que según algunos eran la generación mejor preparada de la
historia. ¿Y de qué historia? Pues la de la estupidez y la de España, que suelen coincidir. En cualquier caso, la exégesis de los hechos está clara y refuerza la
única decencia posible en los tiempos que corren, la misantropía más
recalcitrante: infinitamente más grande el toro que mata en la plaza que el
bípedo que escupe ante el ordenador. Salvo que el legislador decida penar la
noble condición de misántropo.
2 comentarios:
no veo futuro a la iniciativa de acudir a los tribunales por las burlas que ha recibido el diestro que rindió su alma en el ruedo. ni siquiera conveniente. los defectos morales, salvo que se sustancien en la comisión de un delito, difícilmente pueden ser tipificados o juzgados... sí, creo en la humana venganza, que puede adoptar muchas formas distintas, pero eso ya es un asunto que compete a la libertad individual. yo de los taurinos indignados, lo primero que haría es fichar a un pirata informático y luego ya se vería...
honor y gloria al diestro fallecido... no hay mucho más que decir...
Toda esta vomitona en las redes sociales con el odio a lo taurino como coartada no es más que el anticipo de lo que está por venir. Se les ha dejado crecer y ahora todo es mucho más complicado. Serán necesarias muchas estocadas.
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