Es sorprendente la facilidad con
la que los medios progresistas justifican cualquier clase de crimen, matanzas
en algunos casos, dependiendo del pelaje del autor. Los últimos crímenes
cometidos en Alemania así lo avalan: desequilibrados metales de nacimiento,
inadaptados al estilo de vida europeo, gente a la que se deniega una petición
de asilo, gente que está a la espera de que se resuelva otra petición de asilo…Para
este pasteleo se cuenta con la colaboración inestimable de la policía que investiga
los hechos, quien cumpliendo las más estrictas órdenes para manipular e intoxicar
a la población no tiene reparos en desvincular cualquier acción del terrorismo
islamista. Un ejemplo de ello es el ministro del Interior de Baviera, quien nos
cuenta que el último suicida sirio gozaba de un permiso temporal y disfrutaba
de un apartamento pagado, cómo no, por los servicios sociales, eufemismo que
indica que la vivienda era pagada por los mismos que el sujeto intentó
liquidar. Es decir, que hay que estar muy mal de la cabeza para cometer esas
fechorías teniendo gratis y por la cara lo más básico.
Auguran los más realistas de este
Apocalipsis que se avecina, que no son periodistas ni policías, que nos vamos a la mierda, y
de manera voluntaria, casi gozosa, pero no me negarán que se va uno allí mucho
más tranquilo sabiendo que su verdugo estaba mal de la cabeza-su eximente o
atenuante-o era un inadaptado al que no supimos entender-nuestra agravante-por falta
de empatía. Sólo queda una incógnita por despejar: si en la mierda nos
recibirán con pancartas de bienvenidos.
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