Que Francisco Franco
murió en la cama es una obviedad que de vez en cuando conviene
resaltar, y no porque con ella se puedan ajustar cuentas con la
Historia, que en esta país sirve de poco y aburre mucho, sino porque
al menos uno se reconcilia con la verdad frente a tanta leyenda de
una resistencia que nunca existió y que hoy, cuarenta años después
del óbito del personaje, todavía resuena con fuerza de la mano de una histérica memoria.
Este librito de Max Aub,
un cuento delicioso rebosante de humor, tiene mucho de ajuste de
cuentas con una historia particular vivida en primera persona por el
autor, la de los republicanos españoles exiliados en México: su
carácter-mejor sería decir la ausencia de él-gritón, faltón,
rencoroso, de cuentas pendientes de unos con otros, de socialistas
con comunistas, de estos con los anarquistas y de todos contra todos.
Los vocingleros refugiados que sacan de quicio al verdadero
protagonista de la obra, el mesero Ignacio Jurado, un abnegado y
servicial camarero que presta sus servicios en uno de esos cafés y
que no soporta el carácter airado de unos tipos que se echan en cara
con reiteración delictiva las culpas de la derrota en la guerra.
Aquello no puede durar, este año cae seguro...la cantinela que una y
otra vez se repetía en el Café desde el año 39.
Desquiciado y amargado el
mesero tras soportar a toda esa tropa y sus lamentos durante años,
decide tomarse la justicia por su mano y hacer lo que aquellos
vocingleros no se atrevían pese a sus muchos deseos: dar muerte al
dictador. Y así lo hace, tras un viaje relámpago a España y
aprovechando un desfile militar. Cumplida la misión con la absoluta
indiferencia del que no actúa por móviles políticos, tampoco heroicos, se impone el
regreso a México con la esperanza de que por fin reine la paz entre
aquellos españoles, que hayan desaparecido sus querellas, que se imponga el silencio y la buena educación. Que su café, en fin, volviese a ser el idílico lugar al que había consagrado su vida. Imposible:
allí siguen los mismos españoles peleando con más ahínco si cabe, con más gritos y las
mismas pendencias, sin ánimo de reconciliación. La mordacidad de
Aub nos ofrece una moraleja evidente: los problemas de España, de
imposible solución, no dependían de la vida o la muerte de
Francisco Franco sino del carácter de los españoles.
La esmerada reedición de La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco por la editorial Cuadernos del Vigía cuenta con excelentes
ilustraciones y una grabación en CD de la lectura del cuento por el
propio autor.
8 comentarios:
No la he leído pero recuerdo a mi padre haciéndome el resumen de la misma entre risas.
... lo suyo es que esos pelmas se hubieran peleado por apuntarse la autoría del atentado... fui yo...no, de eso nada, yo le di matarile...
escuchando 20 minutos las intervenciones en el parlament...menuda casquería. Hay que tener estómago de acero para aguantar 4 años en semejante psiquiátrico.
Fuga:
Pero no me negarás que los de la CUP están disfrutando de lo lindo.
No me quisieron hacer caso cuando sugerí lo de los picoletos y al final van a tener que traer a la Legión, con carnero y todo.
Bueno, y ahora qué? Un receso hasta las generales, no? ¿Y las detenciones?
Propongo lo siguiente…si ha de ir para allá la Guardia Civil, que se lleve a todos los chorizos del país con ellos, los agrupamos en Cataluña, y después la aislamos con alambradas. Sería como la Zona Muerta del planeta de los simios. Tabú.
Tal vez el país tenga así alguna posibilidad...
me cuesta creer que los antisistema sistematizados de la cup no lleguen a algún apaño o enjuague si, además, hay alguna recompensa de por medio, a todos o a alguno de ellos... quienes se tienen por revolucionarios, lo dice el manual, necesitan que los burgueses abran el camino y den los primeros pasos para luego coger ellos el relevo e imponer su modelo (lo que incluye ahorcarles en su debido momento con la soga que ellos mismos financiaron)...
Bocata de jamón del bueno y un Ribera del Duero decente a que la CUP respaldará finalmente al atribulado Mas y lo hará presidente del engendro. Otra cosa será que la labor asignada al presidente florero sea la de hacer fotocopias.
Baños y sus compinches sólo pretenden humillar unos días a los burgueses exconvergentes y de paso dejar claro quién manda aquí. Reacción lógica al complejo de inferioridad social de la gente de la riera.
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