Creo que la historia y sus imágenes son ya más que conocidas: el etarra De Juana ha sido cazado, es un decir, en Venezuela, que era donde todo el mundo sabía que estaba. Bueno, todo el mundo menos el gomierdo, que no ha movido un dedo para traerlo de vuelta a la Audiencia Nacional antes de que prescriban sus cuentas pendientes. Observamos en el fugitivo algo que ya vimos en el aparentemente arrepentido Valentín Lasarte de Nanclares, y no es otra cosa que el hacerse acompañar por mujer y niño en cochecito, lo que evidencia que la familia, institución que goza de buena salud, es toda una metáfora de la reinserción del delincuente, y que más rentable y tranquilo es cambiar pañales y limpiar mocos que echarse al monte en plan Cura Santa Cruz. Quizá lo más llamativo de las imágenes sea la barriga cervecera que luce De Juana, una curva de la felicidad que pronto veremos en el redivivo Bolinaga, aquel terminal al que Rajoy, siempre abonado al más cómodo de los pancismos y como excusa inapelable para darle suelta, veía muy flaco.
lunes, 26 de mayo de 2014
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5 comentarios:
No sabe usted bien la capacidad y las ganas de procrear que presentan en muchísimos casos no sólo los etarras, sino los batasunis en general, con buenos y numerosos resultados. He conocido bastantes casos entre estos últimos.
Lo mismo es su manera de hacer la construcción nacional. Como en el caso de los moros la Yihad pacífica.
piensan en el relevo generacional. ellos se reproducen intentando que otros no lo hagan, o expulsándolos de casa.
Leí el viernes que el cinéfilo Torres-Dulce sostenía que no había pruebas fehacientes de que De Juana estuviese en Venezuela: pues eso, hay que joderse.
Ese no era De Juana.
Para llenarse el agujero que el tipejo mostraba en las fotografías del famoso catre, se necesitarían sesenta y dos años de langostinos mañana, tarde y noche.
Herep, tampoco el Fiscal General cree que sea el terrorista.
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