Parece ser que los expertos que asesoran al gobierno en una eventual reforma fiscal aconsejan gravar la vivienda habitual, propuesta que por parte del Ejecutivo, y dada su impopularidad, se guarda en un cajón para una nueva y más tranquila legislatura. De llevarse a cabo el despropósito, se generarían situaciones curiosas: si la vivienda ya está gravada con una hipoteca, lo más habitual, nos encontraríamos con una fiscalidad sobre un bien que ya está más que devaluado, incluso en algún caso, una vez descontando el capital pendiente sobre el precio de mercado, con un saldo negativo para el propietario. Por no hablar de que sobre ese inmueble ya lanzan su dentellada anual los ayuntamientos con el impuesto correspondiente. Sería algo tan surrealista como exigir el impuesto sobre la renta a una persona que no ha trabado pero que-¡ojo!-podría haberlo hecho, bien por no haber podido, bien por no haber querido. O reclamar el impuesto de sociedades a quien no ha montado una empresa en su vida pero tenía, y sigue teniendo,la capacidad de obrar suficiente para ello. A este paso, no sólo se recuperará el impuesto de sucesiones sino que llegado a una cierta edad el hipotético causante se le tendrá por muerto a fin de que sus deudos tributen como si ya hubiesen heredado. ¿Y si se elimina la deducción por vivienda con carácter retroactivo? Pues a devolver las deducciones de todos esos años con los correspondientes intereses.
Todo muy kafkiano, sin duda. Como aquella propuesta, que por ahí ronda, de que los parados trabajen sin cobrar, pero con esta nueva fiscalidad se cerraría el debate sobre la famosa Curva de Laffer: existiendo siempre un hecho imponible por la santa voluntad del recaudador y con independencia de su realidad objetiva, los ingresos, aún con tipos impositivos altos, siempre estarían garantizados.
Todo muy kafkiano, sin duda. Como aquella propuesta, que por ahí ronda, de que los parados trabajen sin cobrar, pero con esta nueva fiscalidad se cerraría el debate sobre la famosa Curva de Laffer: existiendo siempre un hecho imponible por la santa voluntad del recaudador y con independencia de su realidad objetiva, los ingresos, aún con tipos impositivos altos, siempre estarían garantizados.
4 comentarios:
la tan brillante como espeluznante glosa del incierto proyecto gubernamental que nos regala hoy, don reinhard, recuerda los mecanismos del famoso artículo 58 del código penal soviético, en virtud del cual podían detenerte y enviarte al gulag, no por haber conspirado efectivamente contra el régimen, sino, preventivamente, por poder hacerlo
Lo mismo que ya está empezando a ser cierto lo de tener que pagar por trabajar, en vez de cobrar por nuestro trabajo, lo va a ser dentro de no mucho el Impuesto por Existir, o el Impuesto de Porque Sí, o ambos a la vez, cómo no.
Al ministro del ramo, teniendo en cuenta lo muy bien traído y apuntado por don Tolerancio, habrá que llamarle "el Camarada Montorov". Y a las sucesivas reformas fiscales, cócteles Ídem.
Señores, este es el liberalismo al que podemos aspirar.
qué lejos queda aquello del diezmo de los sabios sacerdotes de la antigüedad.
…ahora el diezmo es para el que se lo curra.
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