Una pasajero de Renfe denuncia maltrato de palabra al no ser atendido en catalán por un camarero y al Ministerio de Fomento le falta tiempo para prometer que, a partir de tamaña ofensa, todos los camareros de los trenes deberán conocer las lenguas autonómicas: tanto automatismo ferroviario para descarrilar en la curva de la estupidez. Hace un tiempo, el padre de un niño escolarizado en la región valenciana exigió que su hijo pudiese ser educado en castellano, a lo que el director del colegio le contestó que si ese era su deseo, siempre lícito, que se lo llevase a estudiar a Cuenca, lugar encantador que, como Teruel, también existe. Ahora el ministro Wert saca una ley de educación que, asegura con pompa, permitirá que cualquier alumno pueda estudiar en la lengua oficial del Estado si así lo desea, y si no hay colaboración autonómica, que no la habrá, recibirá el dinero para un centro privado, desconociendo que esos centros, como ocurre en Cataluña, se cuentan con los dedos de una mano. Pero ya se sabe, la realidad no puede chafar un buen titular. En España la desigualdad principia por el lamento, su procedencia y la respuesta obtenida, y así, mientras los ingenuos de desgañitan afirmando que no son los territorios los que tienen derechos, el gomierdo busca el encaje de los privilegiados en un proyecto tan quebrado como pestilente. Aunque sea en la cafetería de un tren.
martes, 22 de octubre de 2013
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10 comentarios:
El problema siempre ha estado en Madrid ,siempre.
Porque la estupidez, el ansia totalitaria, siempre estará ahí, forma parte del ser humano. El problema surge cuando la otra parte se abstrae y pasa de todo, entonces aparecen los camareros con 5 lenguas y el resto de problemas.
Paradójico.
Tiene cuatro idiomas aprendidos tras largo esfuerzo pero, fuera de la aldea, sólo le sirve uno: el español.
El ciudadano vive inmerso en ilusiones y utopías, y a la clase dirigente ya les va bien esta ensoñación para disimular su desidia y su cobardía.
Estamos tannnn a gustiiitooo.
Venga, señores, no me digan que esto no arranca una sonrisa en este valle de lágrimas. ¿La paliza de Estrasburgo, los cinco millones de parados, el atraco fiscal? Quia! Donde esté el don de lenguas que se quite lo demás.
Aúpa el gomierdo, que nos lleva de excursión.
Me ha gustado tu comentario Reinhard, y también el momento elegido. Habrá quien en su despiste no entienda que la coña de los camareros y lo de la doctrina Parot responde a las mismas tendencias irreprimibles de vasallaje presentes en cada decisión política no importe su condición. Todo responde a la misma ansia suicida absolutamente enloquecida desde la Transición…tal vez ahora ya con ese extra de apremio y chaladura del final de las largas enfermedades.
Gracias, Fuga: lo había escrito hace un par de días y he pensado que lo mejor era ponerlo hoy con la resaca de Estrasburgo, demostrando de qué cojones se preocupa el ejecutivo y resto de próceres de la patria.
A la banda de Rajoy, con Torres Dulce como chica para todo, le ha faltado tiempo para pasar el marrón a los ropones, y éstos, con su mala leche habitual, ha captado el mensaje y ya van a saco.
De las largas enfermedades, citas: como en la agonía de Franco, ya sólo nos faltan las heces en melena. Qué tiempos, qué jóvenes...
Y el Faisán...
¿El Faisán, dice usted? ¿sabemos ya si el fiscal ha recurrido esa sentencia?
Sí, el fiscal va a recurrirla porque está en desacuerdo con la condena por revelación de secretos. Quiere la absolución total.
Mientras el fiscal recurre, ya han puesto en la calle a dos etarras de los peores en tiempo récord, por orden de los tribunales respectivos, cuando para otras cosas se tiran años.
Y para el viernes se dice que saldrán otros dos. Y el fiscal este del Faisán no habrá recurrido aún.
Ahí está: ¿ha recurrido el fiscal la voladura del Faisán? Un misterio, aunque nada para otras cosas que asoman.
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