De la tercera vía de Duran Lleida al pacto constitucional de Cospedal, pasando por la doble nacionalidad de Junqueras y las catalanadas de Aguirre: por estos cauces discurre una política doméstica en la que lo catalán es ya sinécdoque de una España que invita a la evasión, al viaje a otros lugares. Cuentan que cuando Josep Pla llegó a Nueva York y vio la gran manzana iluminada, sacó al hombre de pueblo y escéptico que siempre llevaba dentro y preguntó: y esto, ¿quién lo paga? En la misma urbe, y esta vez sin paseo puro en mano por la Quinta Avenida, o tal vez la Sexta, Mariano Rajoy exhibe al castizo sobrado que llega a territorio extraño y con menos gracia que aquel ampurdanés afirma que España ha vuelto y, ¡ojo!, que lo ha hecho para quedarse. No negaremos tal afirmación, entre otras razones porque para ello antes habría que realizar una interpretación de las palabras del gallego y eso queda reservado para el exégeta Marhuenda, pero qué bueno sería que esa misma gloria-España ha vuelto y lo ha hecho para quedarse-la pronunciase el presidente en Barcelona cualquier día de éstos mientras, ya puestos y aprovechando el viaje, preguntase a Mas por su aventura: y esto, ¿quién lo paga?
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2 comentarios:
cierto, sr reinhard, esas palabras tendrían algún sentido si marianín las pronunciara en bcn con intención de cumplirlas...
Anteayer la locuaz líder esa dijo que hay que catalanizar Cataluña.
Terminarán por pedir asturianizar Aragón, gallu. O por aragonizar Extremadura, rediós.
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