Si bien todavía no se han cumplido aquellos fatídicos once meses que algunos le daban de cuartel, parece que Bolo va a superar con creces tales expectativas, tal y como asevera el Colegio de Médicos de Madrid y en su día vaticinó la forense de la Audiencia Nacional. Del no quiero prevaricar del beato Fernández Díaz pasamos al hemos prevaricado en alegre comandita que trae consigo la tozudez de los hechos. Siempre pareció endeble el argumento de que Bolo estaba terminal: todos, en tránsito en este valle de lágrimas, somos terminales. Aunque, en una mezcla de derecho penitenciario y literatura orwelliana, Marlaska y otros ropones sentenciaron que en esta granja de raras especies unos son más terminales que otros.
Como en la máxima socialdemócrata de Concepción Arenal, el ministro y los ropones compadecieron al delincuente y aliviaron sus padecimientos, pero no su conciencia, pues como bien afirmaba Bolo entre txikitos y pintxos de nada se arrepentía. Yo lo veo muy flaco, decía Rajoy sobre el penado mientras en un tórrido verano planeaba sobre España la mala sombra del rescate europeo. Flaco, en verdad, ha sido el favor hecho a una Justicia sobre la que se sigue prevaricando y a la que habría que licenciar por su estado, éste sí, auténticamente terminal. Aunque para flaco, Ortega Lara cuando salió de aquel zulo infecto en el que estaba condenado a morir.
3 comentarios:
Inolvidable la apreciación de Rajoy: "lo veo flaco". Cierto que en su delgadez bolo no simulaba hundiendo la barriga como hacía De Juana ante las cámaras luego de trajelarse a la maciza de su novia... me figuro que el ministro debe andar rezando a cada paso para que ese tipo se muera de una vez...
Cuando se cumplan 12 meses desde la suelta del puerco, por desgracia yo ganaré un cubata a mi buen amigo Iñaki.
Parece ayer cuando en una cena de amigos, hablando de esto, el buen Iñaki me hablaba de como confiaba en los médicos que habian decretado el estado terminal del marrano.
Es curioso el como gente inteligente, más que yo, se pierde a la hora de valorar a los políticos de este pais. Porque esto nunca fue de medicos o jueces, sino de politicos.
No hay que engañarse: en toda esta historia lo más obsceno no es la repugnancia que pueda inspirar el cafre Bolinaga sino la actitud del gomierdo primero y de los jueces después.
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