Quiso el progresista legislador que los ciudadanos, más o menos ejemplares y mejores o peores contribuyentes, impartieran justicia, quizá por aquello de acercar al pueblo uno de los pilares fundamentales del Estado, de implicar, en definitiva, a todo hijo de vecino en el mantenimiento de un orden social comúnmente aceptado mediante la inmersión obligada en la ley y sus vericuetos. Popularizar, a fin de cuentas: nada nuevo, pues el máximo intérprete de la Constitución es elegido en alegre pasteleo por los representantes de la soberanía popular. Pero cuando toca lidiar con el caso mediático, enjuiciar el crimen horrendo, surgen voces que claman contra tan noble institución alegando que ya se ha hecho el juicio paralelo en los medios y al acusado le han confeccionado un traje a medida. Como a Camps, sin duda.
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2 comentarios:
Veremos en qué acaba el cuento, pero mucho me temo que las riadas de ayer en el Pirineo van a ser cuatro gotas en comparación a los ríos de tinta que correrán (y han corrido) con el caso Bretón.
Este caso ha quedado bañado por la salsa rosa hasta el límite de la náusea. Verduleras varias se han lanzado a la piscina en plan CSI cañí sin vergüenza de clase alguna.
¿Por qué no se mojaron tanto con el 11-M?
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