El Partido

Habíamos visto a una cariacontecida Soraya ante el cadáver de Carrillo y a un abatido Floriano dando el pésame a la viuda del mismo genocida, guiños afectuosos ambos a todo un paradigma del socialismo real versión doméstica, de ahí que ya sólo nos quedase por ver a otros dos pesos pesados del Partido Popular rindiendo pleitesía al partido comunista más poderoso del mundo. Allí, en la inmensa China, se plantaron los españoles, la número dos y ese señor que recuerda mucho al jarrón regalado que no sabemos nunca dónde colocar, para buscar vías de entendimiento y cooperación entre ambas formaciones.

Mientras Soraya se queda en Madrid apuntalando la salvación de PRISA, que es otra forma de hacer socialismo, Cospedal y el jarrón valenciano acuden a China para aprender nuevas fórmulas que sirvan para recaudar más y mejor sin que los ciudadanos, en la falsa creencia de que gozan de libertad, se percaten mucho de ello. Así que tras esta reunión, que no es otra cosa que un cursillo acelerado en el saqueo más o menos legal, se pueda ver cualquier día por las calles de Madrid al incorruptible Montoro bramar al más puro estilo bolivariano, exprópiese, exprópiese, expresión latina cargada de testosterona que, si bien no casa muy bien con la frialdad asiática, no deja de ser, por lo que tiene de socialista, una buena demostración de lo bien que se avanza por la senda correcta.

El que avisa no es traidor, y ya recomendaba Mariano a los liberales del partido que se fuesen de la calle Génova 13 para fundar otro partido, el partido liberal, decía con notable desdén mientras preparaba aquel congreso de Bulgaria, capital Valencia; aunque también es cierto que no fue tan sincero ni chulapo en la redacción de su programa electoral cuando prometía una rebaja de impuestos para salir de la crisis y crear empleo, por lo que ahora sus votantes lamentan lo que ya no tiene remedio: haber sido engañados como chinos.