Por Tolerancio
Transido de amor
cortés, será porque he leído este verano los Sonetos para Helena, de Pierre de Ronsard, proclamo a voz en grito,
pero con las manos sobre la mesa, que conste en acta, mi admiración por la
divinal Olvido Hormigos, concejal de Los Yébenes, provincia de Toledo.
Olvido Hormigos,
qué apropiado nombre artístico para más tórridos desempeños que no la docencia…
(pues mi amada es profesora de una escuela de primaria, pero podría serlo de
uno de esos talleres del tipo Onanismo II
Avanzado que los esbirros de ZP financiaban por doquiera)… quizá no ha sido
llamada por el señor por los caminos de la política municipal, pero sí para
transitar con pie firme ese erotismo amateur
que ha descabalgado la industria al uso para adultos en las preferencias de los
pornógrafos.
Nada de actrices siliconadas, de pechugas prominentes y faltas de tremores y movimiento, de uñas de palmo y pintarrajeadas como garras de arpía… chicas más normales, la vecina del quinto, bella y grácil como una cervatilla asustadiza, la cajera del supermercado, lozana y hermosa, de generosas redondeces, o el descaro ardiente de mi idolatrada concejal yebenita. Ellas, sobre todo Ella, con E mayúscula, se han enseñoreado de nuestras cotidianas e íntimas fantasías.
Olvido, amor mío,
graba y difunde para tu esclavo, y para esas legiones de pobres mortales sobre
cuyas laceradas espaldas se erige el destino de las naciones, esas cosas que no
puedes enseñar a los pequeñuelos en la asignatura de manualidades… (Área Pretecnológica
le llamaban en mis años escolares)… esas cosas que bordas con peritísimos
ademanes y deja ya esos plenos tan insulsos donde se debaten áridas cuestiones…
que si el alumbrado público, el asfaltado de las calles o el reciclaje de
basuras. Nada se te ha perdido ahí. Da el
do de pecho y alegra el día a los hombres que trabajan duro, tú que de un
solo gemido empalmas tabores de regulares, banderas legionarias y batallones
enteros de jenízaros turcos.
Qué no daría por
dirigirte en una película de dos rombos. Ya tengo guiones y títulos por docenas
en la cocorota: La alcaldesa te la pone
tiesa o La alcaldesa pilla, a la
oposición se cepilla, con ese toque carpetovetónico tan nuestro a lo Esteso
y Pajares que propicia tu apellido pintiparado para el estrellato carnal. Alcaldesa que no concejala, pues elevo de grado tu dignidad consistorial al más alto
rango… y espera, no sea que te corone emperatriz.
PS.- Leo en el
prefacio de los imperecederos Sonetos
para Helena de Surgères que, en opinión del Cardenal Du Perron, la bella que
enamora a Pierre de Ronsard no lo era tanto, por no decir que no valía un
pimiento. Ese no es el caso de nuestra Olvido, que de llamarse Helena habría
causado la destrucción de Troya y de toda Asia menor.
6 comentarios:
Amigo Tolerancio, percibo que usted se ha enamorado sin remedio. La verdad es que episodios como el de esta concejala alegran, si no dignifican, la actividad política, acostumbrado como está uno, por desgracia, a ver Sorayas y Valencianos de jeta avinagrada y muecas no precisamente, como nuestra chica, de felicidad.
Conocíamos el dedo de Colón y disfrutamos con el dedo de Mou: hoy nos deleitamos con el dedo de la Hormigos.
Gracias por esta pieza.
muy bueno sr Reinhard lo "del dedo de la Hormigos"...
Sr. Tolerancio, abrevie... no digo que no tenga guasa su comentario, pero mete demasiada literatura para confesar que, en definitiva, le ha dado un calentón de aúpa con esa damisela. En confianza, a mí también
Sr. Anónimo, acepto de grado su crítica... me he enrollado más de la cuenta. Y tiene usted razón:la señora Hormigos, me chifla ese apellido, me ha puesto malito... como cuando mozo.
Qué envidia caray. A Tolerancio todavía le corre la sangre por la venas. Bien por él.
Está que cruje, hay que reconocerlo.
Voy a compartir el artículo en una de esas ciber barras de bar que frecuento.
Y la última y magistral frase del comentario de don Reinhard, también.
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