Suele ser la necrológica un género laudatorio, al menos en este país, por lo que a la muerte del glosado florecen como setas las alabanzas, reconocimientos y peloteos varios. La cosa roza ya el paroxismo y la indecencia si el reciente, y todavía caliente, finado ha jugado un papel destacado en la vida pública española, especialmente en aquel enjuague que fue la Transición.
Fue hijo de un represaliado por el franquismo, detalle que no dice gran cosa, pues ha quedado demostrado en muchos casos que tras la más inmediata posguerra el castigo fue bastante suave, reintegrándose el represaliado a una vida civil relativamente placentera y, como es el caso, con notable rapidez. Con la suficiente habilidad para moverse allí donde el régimen hacía aguas, fue labrándose un prometedor futuro en el mundo del Derecho, trampolín imprescindible para medrar en los años del aperturismo y dar el gran salto una vez enterrado el dictador. Más que ponente, o padre de la criatura, fue el gran pastelero de un timo que hoy, mucho tiempo después, se padece con el mismo dolor que la prima de riesgo y la voracidad de los mercados, almorranas para las que no parece haber ungüento posible.
Los últimos tiempos, preso quizá de un aburrimiento que no mitigaba ni la universidad que se montó para su gloria y honor, los pasó-viejo profesor-dando lecciones de sectarismo-a Carrillo le organizó un homenaje en el que según propias palabras sólo estaban presentes los buenos-y demostrando que en una España quebrada por invertebrada son los bien colocados y/o afortunados los que pueden seguir viviendo de rentas, gracias, en su caso, a un prestigio que habían alimentado-paradoja- incluso aquellos a los que tanto despreciaba y que hoy alaban su oronda figura. Su intento fallido por dividir a las víctimas del terrorismo y su defensa fanática de un bodrio llamado Educación para la Ciudadanía avalan la máxima de Camus: la estupidez insiste siempre. En algunos caso, toda una vida.
5 comentarios:
Suscribo punto por punto la glosa no elegiaca que hace del finado. Todo un maestro repostero avezado en el subalterno arte de la remonta. No obstante, pues el halago debilita, le pondrá un pero, Sr. R. El sr Peces-Barba sí consiguió abrir una brecha entre las asociaciones de víctimas en los años infames de la era ZP, años de la genuflexión feladora ante ETA que los actuales gobernantes parecen prorrogar indefinidamente, quizá no de manera tan franca. Y creo que esa brecha sigue más o menos abierta.
En ese aspecto, Sr. Tolerancio, le doy la razón, pues sí existe hoy día una división entre las víctimas; otra cosa es que esa división sea imputable única y exclusivamente a nuestro orondo personaje. Ahí tengo dudas.
Bravo Reinhard.
Usted, Reinhard, no ha hecho una necrológica; ha hecho justicia. Felicidades.
Gracias, Fuga y Lolo. Ya es lamentable que algunos, vivos y coleando, se vayan de rositas, por lo que habrá que darles un capón en el último viaje.
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