El finalista

Justo cuando la prima de riego bate registros y el ministro de exteriores-y nos quejábamos de Moratinos-sigue jugando a la guerra patriótica para que unos pescadores trinquen esa vulgaridad llamada jurel, se reúne Mariano con los pesos pesados de su partido, los mismos que a la hora de diseccionar presuntos brotes verdes confunden la economía doméstica-la misma que representa una chacha con papeles llevando niños a un colegio de élite-con la nacional. Allí está, como ese niño retrasado al que por misericordia se permite la entrada en todas las fiestas de cumpleaños, el ínclito Arenas, un fulano que como Arjen Robben cuenta cada final, o cada feria, como un fiasco. Y es que como decía aquel  genio que fue Albert Camus, la estupidez siempre insiste, por lo que amén de soportar a la prima de los mercados, debemos cargar, como romeros en  procesión, con el primo de zumosol.