Sin ánimo de profundizar en la conocida frase de Marx sobre la historia y su repetición, primero como tragedia y luego como farsa, es evidente que el último escándalo del oasis catatónico avala la cita del filósofo alemán, o la querencia irrefrenable de la cabra por el monte. De esta forma, tirando del rencor que se imprime en los diarios oficiales y con el hábil manejo del dinero público, que no es de nadie, los gestores catalanes de la memoria histórica, epígonos de comunistas y anarquistas, han decidido emular a todos aquellos libertadores de los más oprimidos en la Cataluña guerracivilista de Companys y adláteres: tras el crimen, el saqueo.
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2 comentarios:
…finalmente tendremos que concluir que las organizaciones mafiosas que campaban por Brooklin descritas por el cine eran bastante honestas en su relación post venta con quienes extorsionaban.
La mafia cobraba por protección.
Y daba protección.
El que pagaba sabía que ningún atracador incontrolado amenazaría a su familia o negocio. Que el barrio viviría tranquilo. El ‘contrato social’ entre contribuyentes y macarras sicilianos era serio. Solvente. Con obligaciones por ambas partes.
El hecho de que el Estado no sea capaz de cumplir con los compromisos y poner en valor el dinero de nuestros impuestos igualando un modelo de ‘saqueo’ equilibrado, con servicios reales, prácticos, que cualquier banda de facinerosos emprende con solvencia y sentido lucrativo, sujeto a principios de productividad clásicos de estrategia previsora y coherente a largo plazo revela el grado de la farsa…hemos elevado al poder a necios manirrotos que no serían admitidos por su estupidez ni en la banda de los patosos de la calle más cutre de la zona más lúgubre y pobre de Nueva York.
Este saqueo mafioso es muy propio de Cataluña, a modo de hecho diferencial como la lengua, la sardana o el pantumaca.
Y es un saqueo con un sabroso botín que se reparte equitativamente a derecha e izquierda, sin mucho ruido y con gran eficacia. Si es descubierto, se cierran filas y a otra cosa.
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