Todo parece indicar, a salvo de
la pertinente investigación policial y judicial, que una niña de once años ha
sido violada por un grupo de mostrencos criminales en un centro comercial de
Badalona. Y además, como viene siendo ya tradición en estos delitos, los
autores grabaron en vídeo su particular hazaña.
Por si fuera poco, algunos de estos agresores son menores de catorce años, con
lo que no tienen responsabilidad penal, cosas de la blandengue legislación al
respecto. Tan blandita es esa ley que en ella se habla de medidas y no de
penas, pues no sólo hay que compadecer al delincuente sino también educarlo.
Será por dinero.
Como suele suceder tras la
tragedia, sesudos expertos se rasgan las vestiduras pero sólo hasta cierto
punto, no sea que la sombra de fascistas les persiga sine die y pasen a convertirse en ilustres apestados. Y así,
amagando pero no dando, brindan la solución perfecta: más educación sexual para
los jóvenes, los adolescentes e incluso los infantes. ¿Más todavía? Deberán los
centros escolares habilitar el recreo a estos fines sexuales, así ya no habrá
en ese espacio lúdico distinción de juegos para niños, niñas, y niñes. Lógicamente,
seguiremos presentando el mismo balance: más delitos de esta naturaleza y más
salvajes. Mientras tanto, no estaría de más que los sesudos expertos de todas
las administraciones, y descartado el comodín de Franco, indagaran en un aspecto crucial, en cómo se recibe la
educación sexual en sujetos de otras culturas. Claro, que tal vez esos sujetos
no se dejan caer nunca por los colegios. Luego el drama está servido y la
víctima vendida. Lo de siempre.